Elena Medel viste de negro; María Gómez Lara ha elegido un vestido lleno de colores y adorna su pelo con una enorme flor verde. Aún siendo de la misma generación, sus voces poéticas son tan distintas como sus vestidos, quizás porque un océano las separa. Si Medel, cordobesa, defiende sus versos con voz rítmica y rigurosa, con los ojos fijos en el libro, la colombiana Gómez Lara se cimbrea en la butaca y vierte un chorro de voz que nos llena de desazón, buscando la mirada del espectador. Las dos, tan opuestas, han sido galardonadas con el Premio LOEWE a la Creación Joven en las ediciones XXVI y XXVII, respectivamente.
Una lectura de poemas en la tienda LOEWE de la Gran Vía madrileña ha reunido dos formas -paralelas y complementarias- de entender la poesía. “La poesía como mirada, más que como género”, explicaba Medel. Gómez Lara, apenas comenzó a leer, apuntó: “Me hace muy feliz que así escribamos tan diferente, seamos capaces de disfrutar la poesía juntas”. Las dos germinaron como poetas a partir de referentes muy distintos. Elena Medel recordó a las mujeres que forjaron su carácter -madre y abuela- para leernos poemas que arrancaron en su adolescencia –Mi primer bikini– y también, entre otros, los nacidos a partir de su reflexiones sobre la muerte. “Mi libro Tara cambió su rumbo al morir mi abuela”, confesó Elena con sus poemas de amor -en sus múltiples facetas- y pérdida.
“La noche de tu muerte
Dios acribillaba a gargajos el cristal de mi ventana. La lluvia
dolía igual que duele el frío en un cuento navideño
con barrios de cartón. El viento
golpeaba las paredes, se colaba por las rendijas de la casa,
helaba los armarios, componía con sus silbidos una
nana que velase
por todas nosotras (…)”
[Tara, 2006]
Poetas como Emily Dickinson o Fernando Pessoa y sus heterónimos protagonizaron la lectura de María Gómez Lara, así como sus mudanzas y vivencias. Un poema inédito se filtró desde la antipatía del clima de Boston, donde reside actualmente. “Soy del trópico; el frío me entristece”, sentenció la poeta. También del huracán Sandy, que la mantuvo una noche recluida en una bañera, surgió un poema:
“your burning temple next to mine
repito el verso de Blaga en la tormenta
como un conjuro un amuleto algo de ti
me aferro
no lo suelto burning temple
sola esperando a que toque tierra el huracán
next to mine dijiste alguna vez (…)”
[Contratono, 2015]
“Un poema -apuntó Elena Medel- puede estar en una novela, en un ensayo, en una pieza de teatro”. Poemas que trascienden en manos de los lectores, como confesó María Gómez Lara. “Ver que eso que has escrito estando solo, tiene un impacto sobre alguien, es muy bonito”.
Fotografías: Elena Medel y María Gómez Lara con Sheila Loewe © Daniel Mordzinski para FUNDACIÓN LOEWE, 2015.