La gran fiesta de la Fundación Loewe gira cada año en torno a la poesía.
Artistas, escritores, periodistas, políticos y gestores se reúnen cada año en el Hotel Palace de Madrid para celebrar la entrega del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, que en esta XXVI edición ha recaído en manos de Antonio Lucas por su libro Los desengaños y Elena Medel, en Creación Joven, por su poemario Chatterton. Ambos, como de costumbre, han sido publicados por la Editorial Visor.
Aunque el ambiente de celebración es constante, año tras año, y los reencuentros que tienen lugar en los salones del Palace son siempre entrañables, nada logra restarle protagonismo a la auténtica estrella de ese momento: la poesía.
Se puede vivir sin poesía -se dijo en numerosas ocasiones durante el acto de presentación de los libros- pero sin duda, la vida estaría mucho más vacía, sería menos rica e interesante. Poetas de referencia se mezclaron el pasado miércoles con los más jóvenes -ganadores del Premio Loewe en ediciones anteriores- y ese ambiente de camaradería en el oficio y en la vida resalta el auténtico significado del acto de entrega del galardón.
Como no podía ser de otra manera, las palabras de Enrique Loewe, Presidente de Honor de la Fundación, se vieron empapadas de recuerdos a escritores fallecidos recientemente y muy vinculados a los primeros tiempos del Premio de Poesía: Octavio Paz fue, según palabras de Enrique Loewe, «el impulso y la energía» de los primeros años, fundamentales para que este galardón de las letras españolas pueda seguir disfutando de una larga y prestigiosa existencia; la poesía de Juan Luis Panero, primer ganador del Premio, propició la memoria y el reconocimiento a los galardonados en el pasado.
Además, Ana María Moix, brillante mujer de letras e impulsora de los Premis Terenci Moix en Barcelona, con los que la Fundación Loewe ha tenido un vínculo estrecho durante varios años, y el poeta Félix Grande, amigo y estimulante presencia en los actos de la Fundación Loewe, fueron recordados con cariño y agradecimiento.
Mirando al futuro con ilusión y alegría, augurando lo mejor para la Fundación -ahora en manos de su hija Sheila- Enrique Loewe disfrutó de un acto que también daba protagonismo a otras artes, y que vinculaba por primera vez cine y poesía.
La entrega de los galardones de manos de Enrique y Sheila Loewe a los poetas premiados derivó en la presentación de los libros por parte del guionista y director de cine Jonás Trueba y el actor Juan Diego Botto. Admiración y complicidad se adivinaban en las palabras de ambos, que cerraron los propios poetas leyendo sus versos ganadores. La cercanía generacional de los cuatro, poetas y cineastas, se revelaba en espíritu de colaboración, cercanía y buenos presagios.
Nuevas generaciones toman el relevo y nuevos poemas esperan su oportunidad.