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Poesía premiada

El veterano poeta chileno Óscar Hahn (Iquique, 1938) es el ganador del XXVII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe con Los espejos comunicantes, un libro en el que conviven dos voces solapadas, dos miradas, una intimista e introspectiva y otra que nos asoma a una realidad cotidiana a veces convulsa. Esta mañana se ha hecho público en la tienda Loewe de Gran Vía, en Madrid.

El Premio Loewe a la Creación Joven ha sido para la colombiana María Gómez Lara (Bogotá, 1989) por Contratono, «una poesía fresca e indiscutible, que alerta de una gran promesa», según manifestó el Jurado, presidido por Víctor García de la Concha e integrado por Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Pablo García Baena, Antonio Lucas, Soledad Puértolas, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena e Ida Vitale.

LoeweJurado2014

Treinta y nueve obras habían quedado finalistas de las 845, procedentes de 32 países, presentadas en esta edición. Cerca de dos centenares llegaron de América, que este año ha copado el palmarés; algo que no había ocurrido nunca en las ediciones precedentes del Premio Loewe, que se convoca desde 1987 con el fin de «impulsar la calidad poética en lengua castellana». Se premia una obra inédita de al menos 300 versos y se concede un Premio a la Creación Joven a un autor menor de 30 años. Ambos libros son publicados en la Colección Visor de Poesía.

La entrega de los Premios y la presentación de los libros editados tendrá lugar el próximo mes de marzo. Esta mañana, Sheila Loewe, Directora de la Fundación Loewe, fue la anfitriona del encuentro entre el jurado y los medios de comunicación. Tras su bienvenida, dio paso a Víctor García de la Concha, que leyó el Acta del Jurado con el fallo de los premios.

Cada obra premiada fue, a continuación, presentada y comentada por un miembro del Jurado. Ida Vitale, «agradecida de estar aquí y de haber coincidido con un jurado tan generosamente unánime», destacó «la solvencia» de Contratono, el libro de María Gómez Lara. Le asombraron sus poemas desde su primer contacto con ellos, y leyó uno, el titulado Emily Dickinson, como muestra de la escritura de esta jovencísima poeta.

Nací el mismo día que Emily Dickinson
casi dos siglos después
y las cosas han cambiado un poco
desde entonces

IdaVitale2014no tuve
su entereza ante el dolor
ni su oído sutil para las revelaciones

vivo en un edificio alto
donde no llegan los pájaros
sólo un ruido de sirenas
que no canta

es una ciudad inmensa
aquí todos somos Nadie
pero no hemos aprendido
a guardar el secreto:

al caminar regamos
nuestra nada en las esquinas

Nací con la piel oscura
en un país del trópico
y vine a buscarla a este estruendo
tan lejano de su voz
que se enredaba en las praderas

la imagino callando en los ladrillos
veo sus manuscritos de letras apretadas

como ramas de tina negra
que se quiebran
en cualquier envoltura
en la lista de mercado
y se enlazan otra vez
para inventar el mundo

Nací un diez de diciembre como ella
y no traje ese silencio

sin embargo

gracias al conjuro
de repetir sus versos
mientras cambian los semáforos

estoy a flote

todavía


La presentación de Los espejos comunicantes, el libro premiado de Óscar Hahn, corrió a cargo de Luis Antonio de Villena. Señaló la existencia en él de «dos lenguajes diferentes» que se compenetran: uno de «indagación sobre el yo» y su «perplejidad» en el mundo, y otro que mira al mundo en la actualidad, «un mundo que no funciona bien», que a veces no se entiende y en el que el hombre frecuentemente no es nuestro mejor compañero.

Lo vemos en el Vals de Santiago, poema que el propio Hahn ha elegido como muestra:

LuisAntoniodeVillena2014Un bosque depresivo invade la ciudad
un bosque trashumante
que quisiera escapar pero no puede

Desde los árboles que se agitan irascibles
caen castañas de carbón

Veloces monstruos de metal
con cerebros de moscas
se han adueñado de las calles

Chillan y chillan

No queda oxígeno que respirar
La clorofila se ha vuelto alquitrán

Pasan tortugas que parecen perros
y gatos que parecen caballos
Pasan pájaros que no consiguen volar
por el peso del hollín en sus alas

Una ballena se ha varado en la Plaza de Armas

Está nevando en pleno verano mamá
y los niños no pueden columpiarse
Nada se mece nada se balancea
El viento está inmóvil como una idea fija

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Fotografías: Soledad Puértolas, Pablo García Baena, Antonio Colinas, Víctor García de la Concha, Enrique Loewe, Ida Vitale. Luis Antonio de Villena, José Manuel Caballero Bonald, Jaime Siles, Francisco Brines, Jesús García Sánchez (Chus Visor), Sheila Loewe y Antonio Lucas. Ida Vitale presenta Contratono, de María Gómez Lara. Luis Antonio de Villena presenta Los espejos comunicantes, de Óscar Hahn. © Uxío da Vila para la Fundación Loewe

Los 100 años de Octavio Paz

OctavioPaz1Decía Octavio Paz que todas las religiones cuentan cómo, en su origen, el mundo estaba poblado de dioses, ninfas, ángeles y demonios; de pronto ese mundo se despobló y sólo quedaron fuerzas que había que utilizar y dominar. Ese mundo de dioses también se olvidó de la poesía.
Así identificaba el escritor, de forma metafórica, el maltrato al que hemos sometido a la naturaleza a lo largo del siglo XX con la ausencia de una gran poesía que lo culminara.

La voz de Octavio Paz surgió en América habiéndose impregnado tanto de la corriente surrealista como de la literatura anglosajona, y supo evolucionar y modificarse constantemente, con un ingenio casi voluptuoso. En su faceta de artista comprometido ejerció de crítico feroz con las dictaduras que crujían en América Latina, unas y otras; la edad, sin embargo, lo fue amansando y decepcionando de sus ideas revolucionarias, aunque nunca perdió su compromiso social e intelectual.

A este exquisito prosista, poeta entregado y protagonista generoso de la literatura mexicana, tanto el Premio Cervantes en 1981 como el Nobel de Literatura en 1990 le sirvieron para disfrutar el  respeto y la admiración unánime que sus compañeros de profesión sentían por su trabajo.

JuradoIIPremio Loewe1989

El vínculo de Octavio Paz con la Fundación data de la segunda edición del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, cuando el mexicano llegó como Presidente del Jurado. Siempre ejerció más de jurado que de presidente, ya que su compromiso en las jornadas de deliberación y las defensas enérgicas de sus poemarios favoritos son todavía recordadas en la Fundación con agradecimiento y nostalgia. Él mismo escribió, desde entonces y hasta la VI edición del Premio, las contraportadas de los libros ganadores, que eran y siguen siendo publicados por la Editorial Visor.

Su presencia incorporó cierto protagonismo a la vertiente americana de la poesía, algo que ya desde entonces buscaba la Fundación Loewe; al dejar de participar como jurado activo en las votaciones, llegó a la casa el chileno Gonzalo Rojas. Por su delicada salud, Octavio Paz pasó a ser Presidente de Honor y mantuvo este cargo hasta su fallecimiento en 1998.

ABC6junio1989

Octavio Paz sigue formando parte de nuestro Premio de Poesía; ya en 1998, fue el dedicatario de la Antología Poética de los 10 primeros libros ganadores acometida por Luis Antonio de Villena, y que se tituló La Poesía Plural (Madrid, Visor, 1998). Baste también recordar lo que Paz escribió del libro ganador en la segunda edición del Premio –Semáforos, semáforos (Madrid, Visor, 1990)- de Jaime Siles, hoy jurado habitual, brillante colaborador y amigo de la Fundación: «un libro muy personal y que provoca en mí un deslumbramiento sonriente». Así, deslumbrados ante la poesía y sonrientes hacia el futuro, celebramos el centenario del nacimiento de Octavio Paz, y aguardamos la ya cercana celebración del XXVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, de cuya edición anterior compartimos aquí los mejores momentos.

[Para ver el video conmemorativo del XXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, pinchar aquí.]

Fotografías: Retrato de Octavio Paz © Archivo Fundación Loewe. Jurado del II Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe: (de izquierda a derecha) Enrique Loewe, Octavio Paz, Pere Gimferrer, Jesús García Sánchez, Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas, Juan Luis Panero, Carlos Bousoño y Francisco Brines © Archivo Fundación Loewe, 1989. Recorte de prensa, diario ABC (Madrid, 6 de junio de 1989).
 

Juan Luis Panero (1942-2013)

En 1988, el I Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe nacía en los versos de Galería de Fantasmas; un poemario nostálgico y umbrío que serviría de primer escalón para que tras él se fueran sumando hasta otros 24 más… por el momento; grandes nombres se han añadido posteriormente al galardón, pero Juan Luis Panero fue quien lo inauguró.

1988. Entrega I Premio Poes°a (La Dorada).Enrique Loewe y Juan Luis Panero

Hijo, sobrino, hermano de poetas y miembro de una familia que terminó retratando un colectivo y una época, Juan Luis Panero falleció el pasado día 16 de septiembre en su domicilio de Gerona, a los 71 años de edad. Este poeta viajero, culto, de escrupulosa limpieza literaria, vivió entregado a una actividad que, según decía recientemente no sin cierta ironía, «le aburría cada vez más».

A lo largo de su carrera literaria preparó diversas antologías poéticas, como la que reunió la obra de su padre -Leopoldo Panero- o la titulada Desde el techo de España, una selección de textos extranjeros en prosa y en verso sobre nuestro país. Escribió crítica literaria, tradujo obras del inglés y el francés, y con sus poemarios, entre los que destacan A través del tiempo -el primero de ellos, de 1968- o Antes de que llegue la noche, por el que obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona en 1985, se situó como una de las voces destacadas de la segunda mitad del siglo XX.

1988. Entrega I Premio Poes°a (La Dorada).1

Fue su propia vida y la de su estirpe lo que enmarcaría toda su obra; participó, junto a los demás miembros de su familia, en dos películas que retrataron la realidad de su entorno: El desencanto (Jaime Chávarri, 1975) y Después de tantos años (Ricardo Franco, 1995). En 1999 fue galardonado con el Premio Comillas de historia, biografía y memorias de Tusquets Editores por Sin rumbo cierto, que escribió con Fernando Valls, a partir de conversaciones entre ambos.

La vida y sus recuerdos; la muerte, en su última extensión, marcó sus versos. Fue precisamente en su Galería de Fantasmas, publicado por Visor, donde Juan Luis Panero incluyó el poema «El sueño del guerrero» en referencia a Crónica Regia de Álvaro Mutis. Aquí lo recogemos, en recuerdo al escritor colombiano también fallecido recientemente.

Espadas de Toledo, calcinada tierra de Jalisco,

qué son sino artificios de la poesía,

ennoblecidas sombras del ayer que ocultan

este tedioso presente que perdura

y un futuro de sueños que ha pasado.

Fotografías: entrega del I Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe © Fundación Loewe, 1988. Juan Luis Panero: «El sueño del guerrero», Galería de Fantasmas, Madrid, Editorial Visor, 1988.

Nuevo viaje del Premio Loewe de Poesía

El pasado mes de julio ha tenido lugar, en la Universidad de Málaga, el curso Poesía y mecenazgo: veinticinco años del Premio Loewe de Poesía. Han sido cinco días de intercambio creativo entre poetas y alumnos que por la brillante generosidad de sus participantes y la belleza de Marbella -lugar que lo acogía- se han convertido en una experiencia realmente única y festiva.

organizadoresCursoMalaga

Este curso ha querido celebrar y casi agradecer la existencia de un certamen que ha reunido a los nombres más importantes de la poesía en lengua española a lo largo de las tres generaciones de autores en activo que han recorrido estos veinticinco años.

Carolina Martin y Juan Antonio GonzálezPoetas galardonados con el Premio Loewe como Juan Antonio González Iglesias -que participó en la jornada inaugural junto a Enrique Loewe y su hija Sheila, también presente en el acto y celebrada participante improvisada-, Jaime Siles, Juan Vicente Piqueras o Álvaro García, han contribuido con lecturas de poemas.

Además, escritores como Alfredo Taján (del Instituto Municipal del Libro, de Málaga), José Luis González Vera (del Instituto de Educación Secundaria Mare Nostrum), los filólogos Julio César Jiménez y Raquel Irisarri o Juan Manuel Romero (del Instituto de Educación Secundaria Levante) participaban en mesas redondas y Carolina Martín impartía el «Taller Loewe» previo a la llamada «Prueba de esencia poética» como actividad de creación conjunta entre ponentes y alumnos.

Carolina Martín, Alfredo Taján y Julio César Jiménez

Organizado por la Universidad de Málaga, el Ayuntamiento de Marbella y la Fundación Loewe, el curso ha reunido a un grupo de alumnos que más allá de de asistir como público atento, se ha ido integrando como participante improvisado; así, por ejemplo, Hugo Cuche recitó en español e inglés traducido por él mismo y Jesús Tores Beato contribuyó con unos minutos de rap, mientras que los versos del poeta renacentista Francisco de Aldana irrumpieron en la reunión gracias a la voz y la memoria de David Leo García. Los viajes en el tiempo y el recuerdo, tan propios de la actividad poética, llevaron a alguien a conectar estas jornadas con el inicio de un soneto de Shakespeare: «¿Te voy a comparar a un día de verano?».

Fotografías: Lucía Pérez, directora del Aula Universitaria Hospital Real de la Misericordia; Ana Cañizares, de la Fundación General Universidad de Málaga; Enrique Loewe; Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga; Álvaro García y Carolina Martín, secretaria del curso. Carolina Martín y Juan Antonio González Iglesias. Carolina Martín, Alfredo Taján y Julio César Jiménez. © Cursos de Verano de la Universidad de Málaga, 2013.

Álvaro García, un año después

Reencontrarnos con Álvaro García un año después de que ganara el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe nos ha ofrecido la oportunidad de conocer lo que ha vivido desde entonces, cómo se enfrentaba y se enfrenta a la poesía, qué distancia marca hoy con Canción en blanco, el libro ganador, y también con el poeta que era entonces. Si ganar un premio como el Loewe es importante, imaginábamos que esto dejaría huellas, como así ha sido. Nos cuenta García que “siempre escribir es un trabajo, pero en poesía a veces tienes que olvidarte de todo lo que sabes y ejercerlo de forma casi pasiva; por eso el título de mi libro, entonces, venía a completar una permeabilidad absoluta y una suspensión del pensamiento racional y analítico, dejando que entrara en el poema todo lo que tenía que entrar”.

El Premio Loewe de Poesía, insiste, “se completó, en mi caso, con algo que lleváis haciendo desde hace 25 años: devolver a la poesía el centro de su esencia, incluyendo la máxima potencia del lenguaje en la que se conjuga el amor”. No es la primera vez que en esta conversación equiparará Álvaro García la poesía y el amor: “Ambos son potenciaciones de todas las posibilidades de decir y de callar”. No sin cierta ironía, y con bastante humor, cuenta el poeta malagueño que el tabernero que vive frente a su casa y que le conoce “desde hace treinta años”, todavía le preguntó, el día antes de concedérsele el Premio, y con cierta chulería: “¿Pero dónde dice que eres poeta?”. Sucede, según García, porque “la poesía es una actividad que precisamente por ser ‘no práctica’, rompe ese lenguaje y siempre levanta sospechas; el mundo está construido en lo práctico. El tabernero vive en lo práctico, a pesar de que -afirma con gracia- el vino también es una forma de suspender la velocidad de lo empírico”. Pero al día siguiente del Premio le llamó para felicitarle y le dijo: “Hombre, para una vez que haces algo bien…”.

En el Premio Loewe encuentra Álvaro García “una gran nobleza, limpieza de intención y de procedimiento. La poesía es mucho más que palabras, y es sobre todo una actitud poética ante la vida; es darse cuenta de que no todo puede ser entendido”. Refiriéndose a los miembros del jurado, afirma: “Son personas de una cierta edad y han vivido de esta forma, así que acercarse a esa especie de manadero de la ruptura de la ansiedad analítica, es dar con un lugar al que uno llega como a una isla”. El poeta, que confiesa que no había ganado premios desde los 23 años -en 1989- ya no se encontraba “en ese punto de ganar un premio, pero sentí que ese podía ser el libro, y lo fue”. También cree que el Premio Loewe llega, “de una manera casi mágica, a unos lectores que no lo son necesariamente de poesía; creo que tiene que ver con el espíritu de la Fundación Loewe. Lo hacéis con la danza, con la música… con todo”. La crítica de Canción en blanco fue, según el poeta “hiperbólica, y eso ha sido sinceramente una sorpresa porque es un poema muy largo, algo que no se comprende en una lectura” y además, le parece “que ha tocado el nervio de mucha gente que lo ha comentado en sitios nada oficialmente poéticos, como blogs, etc. Han escrito que es un poema ‘adictivo’, que nos ‘reconcilia con el instinto animal’ y cosas así”.

“La poesía -continúa García- es como el amor, como la cocina… como las cosas que nos importan: es todo o nada”. Y para explicar su manera de acercarse a ella, añade: “Como les pasa a los niños, si ves que tienes que abrir el juguete para ver el mecanismo, es que necesitas ver de qué está hecho, en vez de jugar”. Así se ha enfrentado al Premio Loewe de este año, en su calidad de jurado: “He leído treinta libros aproximadamente en los que he querido ver el mecanismo y me he puesto a analizar, dejando de lado la función que tiene la poesía, que es descansar del pensamiento analítico. Yo, en la poesía, quiero jugar directamente y dejarme llevar. Pero el libro ganador es uno de aquellos en los que sí me he dejado llevar; es un libro en el que hay lo esencial, que es el temblor. No hay ese afán de contar realidades, sino más de bien de cantar como quien danza con las palabras.” Piqueras, el poeta ganador –nos dice Álvaro García- “con Atenas busca Grecia en Grecia al igual que Quevedo y Du Bellay buscaron a Roma en Roma, sin caer en la arqueología”. Y hablando de factores en común entre ambos: “Nuestra generación, después de tanto estudiar y tanta preparación, no tenemos casi ninguno un sitio de vida práctica y concreta. Y quizás por eso creo que somos una buena generación de poetas, porque estamos muy adiestrados a la inutilidad y a la ruptura de lo práctico, a no saber muy bien a qué atenernos. Nos terminamos de criar en los años ochenta, cuando ya había una gran apertura a todos los lenguajes y al juego de la cultura… y no nos hemos dado mucha importancia a nosotros mismos”. Por este motivo, afirma García que el Premio Loewe le dio a él “algo tan importante como ‘algo’, porque yo no tengo nada en absoluto, quizás sea el más descolgado de todos” [esto lo dice tras quince libros publicados, entre poesía, traducción y ensayo, éste último resultado de su tesis doctoral, y tras haber haber tenido columna diaria en prensa durante veinte años]. Añade, además, que “el Premio Loewe está dando a conocer a nuestra generación”.

No obstante, el poeta malagueño sigue considerando que surge “una situación incómoda cuando dices que eres poeta; en todo caso digo que soy escritor”, bromea; sin embargo, el Premio también le ha ayudado a “inventarse un nuevo trabajo”: está impartiendo unos talleres autofinanciados de escritura creativa en Marbella a los que se han inscrito más de 40 alumnos, en parte -afirma García- gracias a nuevas puertas que este año se han ido abriendo. “Los alumnos acaban el curso y se vuelven a matricular porque se dan cuenta de que se puede mejorar la vida con la poesía y romper un poco la ansiedad de tener que entender todo; lo primero que hacemos es desintelectualizarnos; es lo que intenté hacer con Canción en blanco. Salen muy felices y sonrientes porque pensaban que la poesía era una cosa muy complicada; ahora se han dado cuenta de que, como en el Arcipreste de Hita, San Juan de la Cruz o Jorge Manrique, lo que hay que hacer es algo sencillo de forma y todo lo complejo de fondo que uno quiera.”

Cuando le llegó el Premio, el año pasado, el poeta llevaba “mucho tiempo en soledad, escribiendo en Málaga, sin saber si eso servía, construyendo poemas largos en los que me hacía una ilusión de duración, por miedo a que se me acabara la poesía”. Un galardón así, asegura, “significa un momento magnífico para reconciliarse con tu propia dedicación; Piqueras comprobará día a día cómo le reconforta, que hay personas sensibles alrededor, un editor magnífico y una estupenda distribución. También el Premio está muy bien dotado económicamente y con un estatus muy consolidado, así que le va a reconciliar con su trabajo”.

Por todo lo que cuenta, y “por todo el equipo que hace el Premio, este ha sido -dice- el año más feliz de mi vida”.

Fotografías: Álvaro García en Loewe Gran Vía durante el acto de anuncio del Premio © Uxío da Vila, 2011, y en la ceremonia de entrega © Joana Moya y Uxío da Vila, 2012.

El XXV Premio de Poesía

Cuando termina la semana más poética del año para la Fundación Loewe, hay un nombre que brilla por encima de los demás: Juan Vicente Piqueras. El poeta valenciano ha visto su libro Atenas premiado por un jurado que, como destacó Álvaro García, nuestro ganador el año pasado, “es una antología de la mejor poesía española”.

Víctor García de la Concha como Presidente del Jurado, Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Pablo García Baena, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y el ya citado Álvaro García, ejercieron de jueces y anfitriones en una presentación a la prensa que tuvo lugar la tienda Loewe de Gran Vía el pasado martes, con el Presidente de la Fundación, Enrique Loewe.

Los poetas rodearon a Piqueras que, por puro azar se encontraba en Madrid y que pudo ser localizado por la Fundación Loewe sólo unos minutos antes de que la noticia de su premio se hiciera pública; así, su presencia ante los medios fue generosamente improvisada. Piqueras (Los Duques de Requena, 1960), actual Jefe de Estudios en el Instituto Cervantes de Argel, compartió anécdotas de su vida actual, definiendo Argel como “una ciudad difícil pero conmovedora” que en ciertos aspectos le devolvía a formas de vida y relación de su pueblo natal; algo que no le resultaba ni incómodo ni, en cierto modo, extraño: “los novelistas –reflexionó con cierta ironía- son de ciudad y los poetas somos de pueblo”. Álvaro García, que presentó el libro ganador, definió Atenas como “una vuelta al Romanticismo, sin que sea una caja de ayes; no hay quejas”. El libro, que refleja la ciudad en la que residió el autor y de la que se despide con sus poemas, llevó a García a enmarcarlo dentro de las características de su propia generación, que parece “en constante despedida, en vilo…”. Con un lenguaje “nada críptico o anómalo, sino un lenguaje de todos, llevado a sus máximas consecuencias… incluso seco, a veces”, el autor, según el anterior ganador del Premio, rompe “con el sentimentalismo, con el simbolismo” de la generación precedente, en una obra que “no hace ruido, hace música”.

La lectura de los poemas “Súplica” y “Museo de la Acrópolis” por parte de Juan Vicente Piqueras, puso punto y seguido a un acto que tuvo continuidad tres días después en el Festival Eñe. El Círculo de Bellas Artes de Madrid acogió una lectura poética en la que Piqueras estremeció a los asistentes con sus versos, que en voz del autor cobraron una dimensión extrema, y a los que sus compañeros de mesa -Enrique Loewe, Luis Antonio de Villena, el actor Juan Margallo y Jaime Siles- sólo pudieron rendirse. Fue precisamente Siles quien, al término de su intervención, definió el libro ganador como “uno de los mejores de su generación”.

El XXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe coincide con el 25 Aniversario de la Fundación Loewe, cuyo Presidente anunció estos días su próxima jubilación; será su hija Sheila Loewe quien quede al frente de la Fundación. Coincidiendo con la próxima ceremonia de entrega del Premio, en marzo, se reunirá a los ganadores de las ediciones anteriores, para conmemorar una fecha tan significativa como jubilosa para la poesía española.

Museo de la Acrópolis

Una mano de mármol, pero sólo los dedos,
sobre un hombro de mármol sin cabeza.

Un brazo erosionado que nadie tiende a nadie.

Un caballo sin patas.
Un jinete que es sólo sus muslos.

Dionisio a pedazos, recompuesto.

Un toro sin cuernos que está siendo devorado
por un león que no está,
sólo sus garras.

Admiramos lo desaparecido.
Tal vez nuestra cultura nace de estas ausencias,
de lo vacío, de lo que no hay.

También nosotros somos lo que queda
de nosotros,
lo que nos falta, el hueco que nos cuida.

Fotografías: Juan Vicente Piqueras agradeciendo el premio junto a los miembros del jurado y al Presidente de la Fundación Loewe © Uxío da Vila, 2012. “Museo de la Acrópolis”, poema del libro premiado © Juan Vicente Piqueras, 2012.
17 – 11 – 2012