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Antonio Cabrera

 

We want to share two poems of our passed friend Antonio Cabrera, winner of the International Poetry Prize Loewe Foundation in 1999, who will always be dearly remembered.

ANTONIO CABRERA

XII Winner Loewe Foundation Poetry Prize

 

LA INTIMIDAD

Vine hasta aquí para escuchar la voz,
la voz que según dicen nos habla desde dentro
y endulza la verdad si la verdad
merece una degustación serena,
o la hace más amarga si es amarga,
con sólo pronunciar la negra hiel
que ha reposado intacta entre sus sílabas.
Vine hasta aquí para escuchar la voz
que no sabe, ni quiere, ni podría engañarnos.

Elegí este lugar de belleza imprevista.
(Llegué hasta él casualmente un día de abril
por el que navegaban nubes grandes,
manchas oscuras sobre el suelo, pruebas
acaso necesarias de que la luz habita
entre nosotros: esa transparencia
que olvidamos y que es, al mismo tiempo,
difícil y evidente.)
Diré por qué es tan bello este lugar:
forma un valle cerrado entre montes boscosos,
un circo escueto que circundan peñas
rojizas, donde el viento es un cuervo
delicado aunque fúnebre;
los hombres han arado su parte más profunda,
y allí crece el olivo y unos pocos almendros
y un ciprés y una acacia; las sombras del pinar
asedian desde entonces las lindes de estos campos,
su yerba luminosa, y el pedregal resiste
como un altar al sol; todo tiene una pátina
de realidad, un ansia, un prestigio remoto.

Porque creí que este silencio era
igual al de una estancia solitaria,
vine a escuchar la voz que desde dentro
nos habla de nosotros mismos. Pero
pasa el tiempo y escucho solamente
la prisa del lagarto que se aparta de mí
Y el vuelo siseante de la abeja,
no mi voz interior.
Todo es externo.
Y las palabras vienen
a mí y en mí se dicen ellas solas:
la ladera encendida bajo la nube exacta,
el bronce del lentisco,
una roca que liquen acaricia…
Lo íntimo es el mundo. Con su callado oxígeno
Sofoca sin remedio la voz que quiere hablar,
la disuelve, la absorbe.

He venido hasta aquí para escucharme
y todo lo que alienta o es presente
me ha hecho enmudecer para decirse.

LA ESTACION PERPETUA

El invierno se fue. ¿Qué habré perdido?
¿Qué desapareció, con él, de mi conciencia?

(Esta preocupación -seguramente absurda-
por conocer aquello que nos huye,
me obliga a convertir el aire frío
en pensado cristal sobre mi piel pensada,
y a convertir la gloria entristecida
de los húmedos días invernales
en la imposible luz que su concepto irradia;
esta preocupación, en fin, tiene la culpa
-y qué confuso y dulce me parece-
de que duerman en mí los árboles dormidos.)

El invierno se fue, pero nada se lleva.
Me queda siempre la estación perpetua:
mi mente repetida y sola

 

Three emotion-filled moments in the award ceremony of the 28th LOEWE Poetry Prize

The protagonist of the first memorable moment of the LOEWE Foundation International Poetry Prize award ceremony in its 28th edition, held this past Thursday in Madrid’s Hotel Palace, was Enrique Loewe Knappe, the firm’s patriarch, who died last week. It was his son Enrique, the person behind the creation of the award, who remembered him.
Premio Loewe

Poet Chantal Maillard was responsible for the second one. Maillard, who generally shies away from public literary ceremonies and celebrations, agreed to present the work by Carla Badillo Coronado (Quito, 1985), winner of the Young Poets Prize, after finding that the words in El color de la granada were “devoid of gimmicks”. She believes that the Ecuadorian writer is “someone who knows that poems are not made, but rather found. Someone who remembers that a poem is a vehicle for humility”. She warned against prizes, which she feels can be double edged swords: distracting and illuminating in equal measure. She encouraged Carla to keep her focus, avoid distractions and “lie low when the bright lights come calling”. When Carla spoke, she talked about poetry as a personal trench from where she may “face life, face death and face herself”.

The third emotional moment (and humorous as well) took place when Cuban writer Abilio Estévez took the podium to introduce his friend Víctor Rodríguez Núñez (Havana, 1955), winner of this year’s LOEWE Prize. They both worked for cultural magazine El caimán barbudo during the 1980’s, the winner as the director and he, as a distracted copy editor. Estévez gave an overview of his friend’s book remembering that “up in the clouds no one is a foreigner” and that even after exile’s longest night “morning inevitably dawns”. When Rodríguez Núñez spoke, he quoted José Martí to highlight that “poetry is more important than agriculture” and closed by reading the last poem in despegue, the winning book: “mas este espacio tiene su compás / ni la muerte se apura llega tarde / por un sitio decente / a sacudir el ser con un trapito”.

Photo captions: Enrique Loewe, Carla Badillo Coronado, Víctor Rodríguez Núñez and Sheila Loewe © Uxío da Vila.