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Un año más de danza en el Teatro Real y el Liceu de Barcelona

Vuelve la danza al Teatro Real de Madrid y al Gran Teatre del Liceu de Barcelona en una temporada en la que el público podrá disfrutar de las actuaciones de algunas de las compañías más prestigiosas del mundo. Gracias al apoyo de la FUNDACIÓN LOEWE, el Ballet Nacional de España, el Royal Ballet de Londres o el Ballet del Gran Teatro de Ginebra, podrán verse en estas ciudades.

El Teatro Real acogerá en noviembre al Ballet Nacional de España que dirige Antonio Najarro con Sorolla, una coreografía que radica en el folclore español y que surge de la célebre obra Visión de España que el pintor valenciano hizo para la Hispanic Society; una obra colorista en la que el cuerpo de baile de la compañía asume el protagonismo. En abril, será la Dresden-Frankfurt Dance Company, que dirige Jacopo Godani, la que visite la capital. Cuatro piezas creadas por su director que ponen de manifiesto su lenguaje personal y exigente como coreógrafo; Metamorphers, Echoes from a Restless Soul, Postgenoma y Moto Perpetuo muestran a un Godani que además de coreógrafo, también se implica como escenógrafo, iluminador o figurinista. Finalmente, en el mes de julio, el emblemático Royal Ballet de Londres presentará su nueva producción de El lago de los cisnes. Partiendo de la versión tradicional de Marius Petipa y Lev Ivanov, y sobre la partitura de Piotr I. Tchaikovksy, los coreógrafos Frederick Ashton primero y Liam Scarlett después, han incorporado algunas partes bailadas que quedan intercaladas a lo largo de la obra.

Otro título conocido abre en noviembre la temporada de danza en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona: Romeo y Julieta será interpretado por el ballet del Gran Teatro de Ginebra, en versión de Joëlle Bouvier que convierte la conocida música de Prokofiev en una obra contemporánea; la Orquesta Sinfónica del Liceu, dirigida por Manuel Coves, acompañará a la danza. Poco después, en diciembre, el Eifmann Ballet pondrá en escena Anna Karenina; una pieza de Boris Eifmann -uno de los coreógrafos más celebrados actualmente en Rusia- quien, a partir de Tchaikovsky y Tolstoi, ha creado una pieza narrativa que muchos consideran su obra maestra; Conrad van Alphen dirigirá a la orquesta titular del Teatro. Para finalizar la temporada, Les Ballets de Monte-Carlo vuelven en mayo a Barcelona con Le Songe, una coreografía de Jean-Christophe Maillot, director de la compañía, basada en Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, usando un collage musical de distintos autores.

Para más información, teatro-real.comliceubarcelona.cat

Fotografías: Sorolla por el Ballet Nacional de España © Stanislav Belyaevsky, Dresden-Frankfurt Dance Company © Paolo Porto. Les Ballets de Monte-Carlo en Le Songe © Alice Blangero.

La Belle

Cuando Jean-Christophe Maillot, director de Les Ballets de Monte-Carlo, creó La Belle, quiso alejarse de las versiones edulcoradas que habían llegado hasta nosotros de La Bella Durmiente del Bosque, y lo que consiguió fue que los adultos descubrieran la magia dramática del cuento de Perrot.

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Reescrita por los Hermanos Grimm y llevada al escenario en 1890 con una majestuosa e inmejorable versión del compositor Piotr I. Tchaikovsky y el coreógrafo Marius Petipa en San Petersburgo, La Bella Durmiente se había convertido en un cuento de hadas que destacaba la primera parte de la historia y la hacía terminar con un clásico final feliz -el despertar de la Princesa y la boda de los herederos del Reino-  que los coreógrafos aprovecharon para culminar con escenas de apoteosis acrobática en una auténtica exhibición de los mejores y más elegantes bailarines de los que las compañías dispusieran. La narración de Perraut, sin embargo, como también la versión posterior de los Grimm, cuenta con una segunda parte que aúna el drama, la traición, la calumnia y la venganza… para volver a terminar con la victoria del bien sobre el mal, tras un sórdido recorrido por las más complejas emociones humanas.

SONY DSCMaillot, para completar la historia primitiva, y encontrando incompleta la original partitura que Tchaikovsky había creado para la versión de Petipa, añadió algunas escenas del ballet Romeo y Julieta y se recreó en los personajes principales, que actúan sin censuras, sin sufrir filtros estéticos ni morales. Se trata, así pues, de un ballet que se aleja muchísimo de la visión que todos recordamos de La Bella Durmiente tradicional, y por eso el coreógrafo lo tituló La Belle. La Belle es ella, única protagonista de una historia que nunca parece terminar de dirigir… ¿o no? Otros personajes, ricos en matices, la rodean. El ballet La Belle es una obra coral en la que tanto los solistas como el conjunto tienen la obligación de conducir la historia real, humana que allí se cuenta.

Galardonada con el Premio Nijinsky 2001 como la mejor coreografía del año, este ballet se ha convertido desde entonces en buque insignia de Les Ballets de Monte-Carlo, una compañía refundada en 1985 con la intención de devolver a la danza el protagonismo que había tenido en el Principado de Mónaco décadas atrás, y que Maillot ha sabido dotar de un sello estilístico inconfundible.

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Su presencia en Barcelona, como parte de las actuaciones de danza que con patrocinio de la Fundación Loewe han tenido lugar en el Gran Teatre del Liceu, era muy esperada. Con prestigio internacional, los bailarines de Les Ballets de Monte-Carlo son el mejor instrumento de que su director y coreógrafo principal se sirve para mostrar, sobre la escena, el brillo y la excelencia de su compañía.

Fotografías: La Belle por Les Ballets de Monte-Carlo © Laurent Philippe, Javier del Real y Marie-Laure Brian.