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Los cuadernos perdidos de Robert Walser ganador del Premio LOEWE de Poesía 2023

El Jurado del XXXVI Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE, presidido por Víctor García de la Concha, y compuesto por Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, María Negroni, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Reiniel Pérez Ventura (ganador de la anterior convocatoria), acordó durante la sesión de deliberación que tuvo lugar ayer lunes 2 de octubre, la concesión del Premio de esta trigésimo sexta edición al libro Los cuadernos perdidos de Robert Walser, del poeta Diego Roel, nacido el 11 de septiembre de 1980 en Buenos Aires, Argentina. Así mismo, el Jurado concedió el Premio a la Creación Joven al libro Pálpito, del poeta Ernesto Delgado, nacido el 8 de septiembre de 1996 en Placetas, Cuba.

Jurado del XXXVI Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE

Según el Jurado, Los cuadernos perdidos de Robert Walser es un libro premiable por su rigor, unidad de escritura, tono y focalización serena, sin el menor atisbo de tragedia. Jaime Siles subraya que la técnica que utiliza el poeta le permite combinar la epístola y el pensamiento, manteniendo una distancia que “objetiva lo subjetivo”. Juan Antonio González Iglesias lo define como un emblema del ser humano doliente, que consigue sacar la pureza elevando la categoría de “humanidad”.

Sobre Pálpito, el jurado destaca que se trata de un libro original y bien construido, en el que, a través de un abanico de metáforas, se establece una búsqueda del gran poema en el espacio y en el tiempo dentro de la mejor tradición literaria. Según Aurora Egido, la obra ofrece una reflexión “vivaz sobre el dolor, la edad, la muerte y el misterio”. Pálpito discurre “entre el vuelo elevado del águila y la vuelta a la cañada familiar”.

El fallo se ha hecho público hoy, 3 de octubre de 2023. La entrega del Premio y presentación del libro tendrá lugar en el mes de marzo de 2024.

A esta XXXVI convocatoria se han presentado 2.302 participantes de 44 países. Un 48 % procede de Hispanoamérica, siendo Argentina, México y Colombia, en este orden, los países con mayor índice de participación. En España, las provincias con mayor número de obras presentadas son Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Un 23% son menores de 33 años.

Un total de 36 obras han quedado finalistas. Puede consultarlas aquí.

Reiniel Pérez Ventura recibe el XXXV Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE

El pasado 22 de marzo celebramos en el Hotel Westin Palace de Madrid la entrega del XXXV Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE y la presentación del libro ganador –Las sílabas y el cuerpo– de Reiniel Pérez Ventura. Víctor García de la Concha ha presidido el Jurado formado por Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, Margo Glantz, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Orlando Mondragón, ganador de la anterior convocatoria, que distinguió el libro de Pérez Ventura entre los 1976 poemarios presentados. En esta edición, la FUNDACIÓN LOEWE ha contado con cinco seleccionadores de manuscritos de España y otros cinco de países americanos, cada uno de los cuales leyó 200 poemarios antes de pasar las treinta obras finalistas al Jurado.

Las palabras de bienvenida de Sheila Loewe, Presidenta de la FUNDACIÓN, sirvieron también de agradecimiento hacia Chus Visor por su continuo apoyo al Premio, además de destacar la asistencia al acto de Ida Vitale. “Desde que mi padre creara la Fundación y el Premio -explicó Sheila Loewe– siempre hubo un especial empeño en apoyar a los más jóvenes, y este año es la segunda vez en 35 ediciones que el ganador del Premio es menor de 30 años”, continuó. Reiniel Pérez Ventura, añadió ella, “tiene sólo 23 años, es el poeta más joven de todos los ganadores y es también la primera vez que el Premio LOEWE lo gana un poeta, hasta hoy, inédito”. Enrique Loewe, Presidente de Honor, alabó el trabajo del actual equipo de la FUNDACIÓN LOEWE y recordó una vida entera dedicada a la búsqueda de la belleza; en ello, afirmó “la poesía ha sido nuclear. Soy un poeta frustrado pero enamorado”.

Sergio García Zamora, poeta ganador joven de la edición de 2016, presentó Las sílabas y el cuerpo recordando las Cartas a un joven poeta en las que Rainer María Rilke aconsejaba a Franz Xaver Cappus: “No escribas poemas de amor”. Aún así, explica García Zamora, “como si de un reto se tratase, Reiniel Pérez Ventura ha escrito un estupendo poema de amor. Las sílabas y el cuerpo es un texto desde el amor y para el amor. El poeta, el hombre, marcha hacia un encuentro con el ser amado y ese encuentro es caída y ascenso a la vez. Ese encuentro es laberinto y salida del laberinto. Ese encuentro es herida y sanación de la herida. Nos dice el poeta, casi al final, que también es principio”. Una voz que García Zamora describe como “potente, renovadora, necesaria, la de este poeta cubano en ascenso”. Es heredero, afirmó, de la mejor lírica amorosa escrita en la isla y en todo el ámbito hispano sin pasar por alto, añadió, “las dos figuras tutelares de su quehacer poético: el Rilke de las Elegías y el Pesoa de las Odas marítimas”. Pérez Ventura, dijo, “es el joven poeta cubano con más ambición dentro del panorama de las letras nacionales y su empeño ya lo ubica más allá de los límites de la isla frente a una poesía documental, fáctica y realista en el sentido peyorativo. Frente a una poesía nacional que ya ha agotado su imaginario, este autor ha opuesto el orgullo y el abolengo de la imagen y el idioma, el retomar los grandes temas, porque una nueva época se abre a nuestros pies y debe traer ante nosotros lo que nos vuelve hondamente humanos. Prueba de ello son estos versos que cantan”.

Reiniel Pérez Ventura recogió el Premio con palabras de emoción y agradecimiento. “La poesía para mí ha sido siempre lo más importante porque ha sido mi vida, y he pretendido unir vida y poesía en lo que hago”. Tras mencionar especialmente a la FUNDACIÓN LOEWE, al Jurado y a la Editorial Visor, afirmó sentirse sorprendido por cómo “una idea, una semilla, logra convertirse en algo tan hermoso como un libro que uno puede tener en las manos, uno puede oler. Es inefable lo que siento ahora. En estos momentos está cantando conmigo José Martí, está cantando Emilio Ballagas, Gastón Baquero, Octavio Paz, Pablo Neruda… cuando uno está escribiendo, pretende ser uno con el cosmos, con el lenguaje a medida que lo va construyendo”. Es difícil, dijo Pérez Ventura, escribir sobre el amor, “pero no es tan difícil sentirlo”.

Fotografías: Reiniel Pérez Ventura agradece la entrega del Premio ante Sergio García Zamora. Reiniel Pérez Ventura con Chus Visor. Enrique y Sheila Loewe.

Las sílabas y el cuerpo, ganador del Premio LOEWE de Poesía 2022

El Jurado del XXXV Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE presidido por Víctor García de la Concha y compuesto por Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, Margo Glantz, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Orlando Mondragón, ganador de la anterior convocatoria, acordó durante la sesión de deliberación que tuvo lugar ayer lunes 3 de octubre, la concesión del Premio de esta XXXV edición al libro Las sílabas y el cuerpo del poeta Reiniel Pérez, nacido el 6 de abril de 1999 en Santa Clara, Cuba. Al tratarse de un libro escrito por un menor de 33 años, siguiendo las bases del Premio, este año no se contempla un Premio a la Creación Joven.

Jurado del XXXV Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE

Según el Jurado, Las sílabas y el cuerpo es un libro unitario y rítmico, un poema en partes, con gran soltura expresiva y voluntad de innovación. Un libro de amor carnal, casi obsesivo, que ahonda en la vida sexual de las palabras y goza de la presencia de lo amoroso del cuerpo, como tema emotivo y eterno.

Jaime Siles comenta: “Las sílabas y el cuerpo es un libro sorprendente por la unidad de sus diez largos movimientos, mantenidos en tono, un tipo de verso y una temperatura de lenguaje admirables. Se trata de un gran libro de amor brillantemente escrito y expresado con un sistema próximo al versículo de Saint-John Perse, más que al de Vicente Aleixandre, y en el que se advierte una atrevida voluntad de innovación muy bien planteada y resuelta”.

Ahondando en esta idea, Aurora Egido dice del libro: “es una encarnación de la poesía en movimiento, con imágenes poéticas en secuencia muy logradas, donde el canto y el cuento están muy bien trabados y elaborados. Es un largo y completo poema de amor, de una prosa poética brillante”.

El fallo se ha hecho público hoy, 4 de octubre de 2022. La entrega del Premio y presentación del libro tendrá lugar en el mes de marzo de 2023.

Por primera vez en la historia del Premio, los poetas han podido presentar sus poemarios en formato digital; se han presentado un total de 1.976 participantes de 38 países. Un 48% procede de Hispanoamérica, siendo México, Argentina y Colombia, en este orden, los países con mayor índice de participación. En España, las provincias con mayor número de obras presentadas son Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Un 22% son menores de 33 años.

35 obras han quedado finalistas; puedes consultarlas aquí.

La FUNDACIÓN LOEWE convoca el XXXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe 2022

Abierta la convocatoria para la XXXV edición del Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE.

El periodo de inscripciones para el Premio LOEWE de Poesía permanecerá abierto hasta el 20 de junio. Desde la pasada edición, los autores podrán enviar sus poemarios tanto a través de la plataforma digital como por correo postal.

Para saber cómo presentarse, acceda a las bases, publicadas ya en nuestra página web.

El Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE inició su andadura en 1988 con el fin de impulsar la calidad en la creación poética en lengua castellana.
Se premia una obra inédita de al menos 300 versos con 25.000€ y se contempla un Premio a la Creación Joven de 8.000€. Los Premios son publicados dentro de la Colección Visor de Poesía.

 

 

Conociendo mejor a Orlando Mondragón, ganador del XXXIV Premio de Poesía Loewe

Orlando Mondragón ha pasado a formar parte del Palmarés del Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE, siendo el primer poeta menor de 30 años en ganar el premio. Es por ello que charlamos con él para conocerle mejor.

 

¿Dónde sueles escribir? ¿Hay algún lugar que te inspire especialmente?

Me gustaría seguir escribiendo con lapicero y papel como lo hacía antes, pero últimamente tomo muchas notas en el celular, así intento atrapar ese pez escurridizo y caprichoso al que llaman inspiración. Siempre estoy atento a cuando pica el anzuelo y debo jalar del hilo de la caña en donde sea que me encuentre.

La corrección de los poemas los hago generalmente de noche, en el escritorio de mi cuarto, bajo el amparo de mis libros.

Mucha gente piensa en la poesía como un medio para escapar de la realidad. ¿Estás de acuerdo o crees que la poesía de alguna manera toma la temperatura de lo que sucede en nuestra vida personal y en la sociedad en su conjunto?

Para mí funciona de ambas maneras. Acudo a la poesía para descansar de mi vida cotidiana y encontrar un espacio seguro. Pero también es cierto que hay poemas y poetas que me sacuden, que hacen de sus versos una lupa minuciosa para examinar el clima de nuestro tiempo.

Creo que hablar sobre lo que sucede en el mundo es inherente al acto de escribir. La tarea del poeta, en cierta manera, sigue siendo la de devolver su sentido a las palabras de la tribu y esto implica tener los oídos alertas para escuchar lo que está aconteciendo.

Incluso a nivel personal el mundo influye en cómo pensamos y actuamos. La forma en que establecemos nuestros vínculos cambia constantemente, por ejemplo, no es lo mismo enamorarse hoy que en el siglo XV. Es más, no es lo mismo enamorarse hoy que hace 50 años. Y esto se refleja en la poesía. En ese aspecto, me gusta pensar en los poemas como en los anales donde se escribe la historia del pensamiento y las emociones.

¿Qué te inspira o te impulsa a escribir?

Pedro Mairal dice que hay una cosa un poco sonámbula en la escritura. Yo también lo creo. Pienso en la inspiración como una intuición que se consolida de pronto, una emoción preverbal que encuentra sus palabras. Y hay que seguirla, pues se escapa.

De manera más concreta, escribo sobre lo que me atraviesa. Puede ser una emoción, algo que vi en la calle, una experiencia mía o incluso ajena, una palabra que escucho de paso y que desencadena un recuerdo; no sé, muchas cosas.

¿Compartir experiencias personales en tu trabajo te ha hecho sentir emocionalmente desnudo ante tus lectores?

Claro. Por más distancia que uno trata de crear entre lo que se escribe y la vida privada, siempre hay un rastro de quiénes somos en la escritura, algo que se devela y que queda expuesto ante los demás. Y claro esto nos deja vulnerables. Pero si un poeta no se permite ser vulnerable, ¿entonces quién?

¿Crees que el ritmo de la vida moderna es aliado o enemigo de un poeta?

Yo digo que enemiga. Para leer poesía, al menos en mi caso, necesito otro tipo de concentración, pausar la mente para observar cada palabra y cada corte versal. Me pasa que cuando leo un poema de prisa no me dice mucho, pero cuando regreso a él y le doy su tiempo, encuentro su ritmo, su latido interno, luego me maravilla.

¿Ser poeta es una forma de disfrutar y celebrar los aspectos compartidos de la condición humana, o te hace sentir como un extraño?

Lo primero. Si escribo es para compartir mi asombro y lo que me atraviesa.

Diego Doncel, poeta para un hipotético lector

“Un premio como el LOEWE siempre llega en el mejor momento”, confiesa Diego Doncel (Malpartida, España, 1964), ganador del XXXIII Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE. Jaime Siles describió su libro galardonado, La fragilidad, como “un poemario absoluto, total, de una admirable madurez vital y expresiva”. Un libro sobre la pérdida del padre cuya historia, como indica Doncel, “estaba dentro de mí, era muy potente, pero fue brotando de forma apacible, incluso serena. Apostaba por señalar el dolor, sobre todo por dar categoría a la lucha por un ser querido, a su vida y a su memoria, por transformar todo el sufrimiento en un acto de amor”. Escribir, explica el poeta, es “saber esperar”, y él se preparaba interiormente “para que los recuerdos o las vivencias surgieran, para saber qué de toda esa inmensa experiencia era lo realmente relevante. Lo mismo ocurría con las palabras, porque sabía que nada de esa experiencia podría existir si no encontraba la voz adecuada, las imágenes precisas”. Lo bueno –añade– “no es que el poema refleje la experiencia que lo motiva, sino que la experiencia esté ocurriendo en el poema”.

Quizás, indica Doncel, este poemario sea una consecuencia de todo lo que había escrito antes. “Tal vez abandoné muchas cosas y fui al encuentro de otras. A lo mejor el pacto que hice conmigo de decir la verdad, de ir a mi diario a recoger lo que sentí o pensé en algunos momentos me ayudó a encontrar esa voz. Yo creo que todo está en nosotros si sabemos ir a su encuentro”, concluye. Reconoce al cariz biográfico de su poesía, principalmente a partir de su segundo libro, y explica que “a veces está mi vida en ella y otras la vida, las historias de la gente. Es frecuente que unas y otras se entrecrucen dentro del mismo texto”.

Dice el poeta que vive “con fragilidad” el despegue de su libro. “Un libro es como un nuevo ser en el mundo que todo lo llena de alegría, pero también de responsabilidad, sobre todo cuando muchos lectores se sienten identificados con lo que se dice en él”, cuenta. Cree que la fuerza de un libro reside “en que deja de ser solamente tuyo para ser de un puñado de gente que, en muchos casos, ni siquiera conoces, que tal vez ni siquiera han nacido todavía. Da igual que un libro termine en una estantería perdida de una librería de saldo, lo importante es que haya un lector que necesite encontrarse con él. Se escribe para ese hipotético lector”.

Anhela que la poesía sea “un consuelo, una compañía” y le gusta que el poema “sea una confidencia, como susurrarle a alguien querido un gran secreto”. Diego Doncel está trabajando en un ensayo sobre poesía, investigando mediante experiencias personales “cuál es su importancia en el mundo de hoy y cómo ésta va más allá de las meras cuestiones mercantiles”. «Carles Riba, según la lectura de Gabriel Ferraté, –nos explica– se preguntaba cuál era el lugar de la poesía en medio de los sistemas económicos, filosóficos o sociales en el mundo de hoy y yo también recojo esa inmensa pregunta y trato de tentar algunas respuestas. Debemos intentar demostrar a la gente de estos inicios del nuevo siglo el valor de la poesía y hasta qué punto un poema potencia nuestra sensibilidad”.

Confiesa el poeta que se presentó a la convocatoria del Premio LOEWE “por su indudable importancia, porque es un premio que tiene repercusión en toda la poesía de nuestra lengua”. Pero también por la posibilidad “de que esta historia familiar que tanto dolor nos causó también pudiera darnos una alegría”. Además, nos dice, “el galardón llegó unido a mi padre con lo cual se ha convertido para mí en un doble motivo de satisfacción. También ha servido para mitigar esta encrucijada en la que nos encontramos. Por muchos motivos estamos viviendo un tiempo histórico en que se nos exige que demos lo mejor de nosotros y me parece bien que yo dé este libro de poemas”.

Fotografías: Diego Doncel. Álvaro Tomé para FUNDACIÓN LOEWE

Mario Obrero, tiempo y barbecho

Dice Mario Obrero (Madrid, 2003) que la poesía “no es casual sino causal, basada en el imperativo de la belleza y la creencia en otro horizonte posible”. La juventud del poeta no es incompatible con su trayectoria admirable: comenzó a escribir poemas a los siete años de edad. “En la poesía –explica– el ‘hoy es siempre todavía’ de Machado se cumple y la actualidad poética abarca desde Safo de Lesbos a los poetas jóvenes con los que comparto encuentros y admiro”.

Con varios poemarios ya publicados y premiados, Obrero fue galardonado con el XXXIII Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE a la Creación Joven el mismo año que cursaba 2º de Bachillerato en el Instituto Público La Senda de Getafe y estudiaba guitarra en el Conservatorio Profesional de Música de la localidad. “Era lunes y estaba en la buhardilla de mi casa, el espacio casi aéreo que habito”, recuerda. “Acababa de salir de la primera sesión del club de lectura de poesía online al que tengo la suerte de estar inscrito este año, dirigido por Jordi Doce desde la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Aquel primer día leíamos Siete poetas norteamericanas actuales (Pamiela, 1991). Me gusta pensar que fueron Pastan, Rich y Forché las artífices de esa llamada inesperada, que sucedió al tiempo que tocaba en la guitarra Torija, de Moreno Torroba”, añade.

El confinamiento le dio la posibilidad “hasta entonces nunca vivida de corregir mis poemas en un clima donde la poesía era el principal motor para creer en alguna esperanza y dar sentido a una situación tan anómala. Fue uno de los empujones finales que necesitaba el libro que tenía entre manos”, recuerda. “Respetar el tiempo propio de construcción, los ciclos del neonato Peachtree City y gestar el libro con calma y trabajo me animó a enviar estos poemas al Premio Loewe”, añade. Un libro, reflexiona, en el que “la experiencia y la voz poética emplean un léxico que hasta ahora no era común en mí poesía: dólar, cacahuete, apio o galón aparecen con frecuencia fruto de la novedad y el descubrimiento”. Por otro lado, añade, “intento ampliar y desarrollar un trabajo que ya es palpable en mi anterior libro, Ese ruido ya pájaro (Ediciones Entricíclopes), esto es, las resonancias y la pluralidad diversa del lenguaje. Sigo en el intento de reconciliar lo complejo y múltiple de cualquier expresión en mi propuesta poética. Asemejarse, en conclusión, al ‘maravilloso desorden de las cosas’ que decía Hierro o a la multitud del Jardín de las Delicias del Bosco”.

Referentes que se mezclan con sus antepasados y ancestros: “Mi bisabuelo Dionisio, mis abuelos y aquella familia cuyo nombre está casi borrado en las tumbas más humildes”, añade. También cita a los poetas Whitman, Ginsberg y Lorca: “Su voz en rebeldía, su vitalidad, o la certera descripción de lo crudo y sucio en Estados Unidos”. En su poema ‘Nueva York’ asoman Juan Ramón Jiménez y José Hierro y, por último, nombra a “dos magníficos compañeros que de alguna manera vertebran” su libro: Ramón Piñeiro, cuya A filosofía da saudade le habló “de aquello cercano pero innombrable” durante su estancia en Peachtree City y, en los meses de corrección, Virginia Woolf, a quien leyó en su idioma original y cuyo Orlando dio nombre a su seudónimo para la plica.

Mario Obrero se siente respaldado por su entorno académico. “La gran mayoría de mis compañeras y compañeros al igual que los profesores solo muestran fraternidad y un enorme cariño. Creo que muchos entienden la naturaleza pública de la alegría y el papel de lo colectivo en la poesía. Sin mi profesora de latín, sin los textos leídos en clase de filosofía o los análisis históricos mi escritura no sería la misma. Por tanto, el premio se ha vivido en mi instituto como galardón a una manera de estar en el mundo y a una pedagogía basada en la creencia en el prójimo y la capacidad de alcanzar metas difíciles”, explica. Sus proyectos inmediatos pasan por ser “una de aquellas gentes en las Canciones de Lorca que iban a lo verde con guitarras y gallos. Ahora bien, es importante resaltar la necesidad del trabajo y del esfuerzo en cualquier obra humana, pues no es solo la voluntad ni el ‘don’ lo que construye los edificios del idioma. Por tanto, sigo trabajando en mirar al mundo con ojos de poeta, apreciar lo insignificante y dar valor a lo que se tacha de baladí”.

Fotografías: Mario Obrero fotografiado por Álvaro Tomé, Fundación LOEWE, 2021.

Cristina Peri Rossi, Premio Cervantes 2021

La poeta Cristina Peri Rossi ha ganado el Premio Cervantes 2021 por “reconocer en ella la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad. Asimismo, su obra, puente entre Iberoamérica y España, ha de quedar como recordatorio perpetuo del exilio y las tragedias políticas del siglo XX”.

Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1941) estudió Biología, pero se licenció en Literatura Comparada. Siendo muy joven obtiene la cátedra que ejerció hasta que tuvo que abandonar el país por motivos políticos.

Desde el principio usa su segundo apellido en homenaje a su madre, quien la instruyó desde pequeña en el amor a la literatura, a la música y a la ciencia.

Publica su primer libro en 1963, y obtiene los premios más importantes de Uruguay. En 1972, su obra y la mención de su nombre es prohibida en los medios de comunicación durante la dictadura militar que imperó en Uruguay hasta 1985. En ese año se traslada a Barcelona, donde comienza su actividad contra la dictadura uruguaya, escribiendo en las páginas de la mítica revista Triunfo, pero nuevamente perseguida, esta vez por la dictadura franquista, por lo cual debió exiliarse en París en 1974. Regresa definitivamente a Barcelona a finales del 74 y obtiene la nacionalidad española. Desde entonces vive en España.

Ha sido profesora de literatura, traductora y periodista, y es conferenciante habitual de universidades españolas y extranjeras.

Ha cultivado diversos géneros como la novela, con obras como ‘La nave de los locos’ (1984), ‘El amor es una droga dura’ (1999), ‘Todo lo que no te pude decir’ (2017) o la novela autobiográfica ‘La insumisa’ (2020); el cuento, con libros como ‘Habitaciones privadas’ (2012) o ‘Los amores equivocados’ (2015); el ensayo con títulos como ‘Acerca de la escritura’ (1991) o ‘Cuando fumar era un placer’ (2003); así como poesía, con títulos como ‘Descripción de un naufragio’ (1975), ‘Babel bárbara’ (1992), ‘Playstation’ (2009) o ‘Las replicantes’ (2016).

Fue precisamente con el poemario ‘Playstation’ (2009) con el que se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Internacional Fundación Loewe. Varía en cada libro su estilo, pasando de lo lírico a lo irónico, de lo alegórico a lo coloquial, de la prosa a la poesía, mezclando los géneros. Pero en cada uno de sus libros sí hay una unidad de estilo.

‘Playstation’ es diferente a sus poemarios anteriores: explora la soledad urbana, el anecdotario irónico de la vida de una escritora que contrapone la poesía a la realidad de su escasa presencia en la vida diaria.

Cada poema es una peripecia autobiográfica: el encuentro en un sex-shop con un profesor de filosofía, una larga y solitaria noche en un hospital, las citas amorosas ilusorias o las pesadillas incestuosas repetitivas.

Así, los poemas de ‘Playstation’ son una especie de monólogo lleno de humor negro, pero más allá de la sonrisa hay una secreta piedad y conmiseración por el destino de cada uno de nosotros, abocado a la soledad, al azar, a los desencantos.

Y en el fondo la maquinita, la Playstation como refugio adictivo que nos consuela de nuestros fracasos, pero propone una pérdida simbólica: la partida ya está echada. Un universo urbano donde no queda el refugio ni en el marxismo ni en el psicoanálisis, sólo en la triste técnica.

Cuadernos de patología humana, ganador del Premio LOEWE de Poesía 2021

El Jurado del XXXIV Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE presidido por Víctor García de la Concha y compuesto por Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, Margo Glantz, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Diego Doncel, ganador de la anterior convocatoria, acordó durante la sesión de deliberación que tuvo lugar ayer lunes 4 de octubre, la concesión del Premio de esta XXXIV edición al libro Cuadernos de patología humana del poeta Orlando Mondragón, nacido el 04 de abril de 1993 en Guerrero, México. Al tratarse de un libro escrito por un menor de 33 años, siguiendo las bases del Premio, este año no se contempla un Premio a la Creación Joven.

Se trata, por tanto, de la primera vez en la historia del Premio en el que el Premio LOEWE se entrega a un menor de 30 años.

Orlando Mondragón por Nede Moguel

Según el Jurado, Cuadernos de Patología humana es un libro que es capaz de hacernos entender de una manera muy poética un tipo de realidad que se presta poco a ello: el dolor, la enfermedad y la muerte, usando además un léxico científico que no resta un ápice a su sencillez y frescura.

Margo Glantz comenta: “con Cuadernos de patología humana, la patología se convierte en algo poético, algo muy extraordinario. A pesar de que por lo general sea un tema algo siniestro, el autor lo maneja de tal manera que se vuelve totalmente poético”.

Ahondando en esta idea, Jaime Siles dice del libro: “Es un libro personalísimo sobre el dolor, la enfermedad, la muerte y la escritura, la poesía y la resurrección. Escrito en un lenguaje apartemente sin recursos, pero que tiene la difícil complejidad de la sencillez”.

El fallo se ha hecho público hoy, 5 de octubre de 2021. La entrega del Premio y presentación del libro tendrá lugar en el mes de marzo de 2022.

Por primera vez en la historia del Premio, los poetas han podido presentar sus poemarios en formato digital; se han presentado un total de 2.773 participantes de 42 países, lo que supone un incremento del 172% respecto a la convocatoria anterior y el número más alto de poemarios presentados en los 34 años de historia del Premio. Un 55% procede de Hispanoamérica, siendo Argentina, México y Colombia, en este orden, los países con mayor índice de participación. En España, las provincias con mayor número de obras presentadas son Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Un 19% son menores de 33 años.

35 obras han quedado finalistas; puedes consultarlas aquí.

El XXXIII Premio LOEWE vuelve a celebrar la poesía

El pasado día 16 de junio se presentaron los libros ganadores del XXXIII Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE, publicados por la Editorial Visor: La fragilidad y Peachtree City. Tras un largo periodo en el que la pandemia dificultó este tipo de eventos, la poesía volvió a florecer en el Hotel Westin Palace de Madrid, reuniendo a un nutrido número de amigos, colaboradores, personajes de la cultura y las artes… además de gran parte del Jurado del Premio y, por supuesto, los poetas galardonados.

“El año pasado tuvimos que cancelar el acto de entrega del premio en el ultimísimo momento”, recordó Sheila Loewe, Presidenta de la Fundación, en la presentación del acto. “Esta vez, nada podrá privarnos de celebrar juntos la poesía”, añadió. No sólo fue aquella la primera ausencia de este evento en los 32 años que tenía entonces este galardón, sino que era además la primera vez que los dos premios –también el de Creación Joven– recaían en sendas mujeres: Aurora Luque y Raquel Vázquez. Por eso ellas también estuvieron presentes en el acto de este año, leyendo sus poemas. Raquel Vázquez dio voz a “Un lugar” de su libro Aunque los mapas, y Aurora Luque a “Gavieras”, el poema que dio título a su libro, también galardonado en la XXXII edición del Premio,

Enrique Loewe, Presidente de Honor de la Fundación, celebró la continuidad del Premio LOEWE. “Una actividad que terminó de perfeccionarme como ser humano, como conocedor de un mundo tan profundo y lleno de matices y de sorpresas como es el mundo de la poesía”, añadió. Tuvo palabras de recuerdo para Francisco Brines y Caballero Bonald: “Hoy estoy emocionado de esta soledad y de lo que he aprendido de ellos, de cómo nos han ayudado a seguir durante tanto tiempo”, concluyó.

Elena Medel, ganadora del Premio LOEWE a la Creación Joven en 2013, presentó Peachtree City. “Os recomiendo leer el libro de Mario olvidando su edad. Claro que es llamativo que lo escribiera con 16 años y que él ahora tenga 17, pero me parece muy injusto reducir una escritura tan inteligente, tan generosa y brillante, a una cifra. Es un libro excepcional”, dijo en la presentación. Un libro, añadió Medel, “sobre la identidad de la poesía, sobre su valor personal y sobre la poesía como forja de quienes somos. La poesía de Mario es un salvavidas para enfrentarse al mundo”. Mario Obrero celebró que los asistentes dejaran “que la poesía se haya hecho un hueco” en sus agendas y tuvo palabras de agradecimiento para la Fundación LOEWE y para Elena Medel. Peachtree City, dijo el poeta, articula que “la poesía es ese lugar común donde existe una empatía, una identificación poética con el otro basada en la esperanza, en la solidaridad y en una conciencia profunda  que va unida de la belleza y de la memoria”. En su intervención, Mario Obrero recordó que “militar la lógica poética podría ser otra de las funciones naturales de la poesía. La lógica poética no es la lógica de la realidad, la lógica cotidiana ni la lógica que está inmersa en los discursos dominantes del tedio”. Sin embargo, no cree que sea “ni menos veraz, ni menos legítima, ni menos lícita; muy por el contrario, hay momentos en los que la lógica poética está atenta a murmullos, a cosas que, con torpeza, la realidad más cotidiana no sabe apreciar”.

El dramaturgo Alberto Conejero presentó La fragilidad, de Diego Doncel, celebrando esta reunión “con ocasión de poesía”.  El poemario, dijo Conejero, “es un libro alumbrado por la orfandad y por sus vísperas”. Una obra “de perfil doble”, explicó: “del padre que muere, y del huérfano, que nace. Las teselas dispersas de dos hombres desintegrados; el uno por la vida, el otro por la muerte, acaban configurando el depurado mosaico de esta obra”. Este poemario, añadió Conejero, “es un viaje después del padre, pero en dirección al padre. Es travesía y naufragio; es intemperie y cobijo”. Diego Doncel quiso destacar “esa rara intensidad de vivir” que se concentra tanto en la creación poética como en su lectura, homenajeando así a los libros cuya publicación ha facilitado el Premio LOEWE en los 32 años anteriores. “Espero que este libro que nació desde la intemperie, pero también desde la verdad, haya podido llegar a mucha gente y se hayan sentido acompañados por él”, añadió. “Creo que la función fundamental de la poesía –explicó Doncel– es la intensificación de la vida; que ese humilde puñado de palabras que ha necesitado siglos de civilización y que me parece uno de los mayores logros de la mente humana, sean capaces de hacernos vivir de nuevo determinadas experiencias. La poesía, si no emociona, incluso lingüísticamente, no es poesía”. Su libro, dijo, “expresa que la mayor dignidad del ser humano es la lucha. Este es el diario de una lucha”.

El día siguiente, casi como en una continuidad del mismo encuentro, Diego Doncel y Mario Obrero protagonizaron una lectura de poemas en el Real Jardín Botánico de Madrid, respetada por las tormentas primaverales. Mario Obrero habló de su “añoranza de las tildes y las eñes” durante su estancia en Peachtree City y Diego Doncel reflexionó sobre “la fragilidad de aquello que es importante”. Los poetas, en un jardín, consiguieron detener la actividad incesante de la ciudad para resaltar los elementos fundamentales de la creación poética.

Fotografías: Entrega del XXXIII Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE y lectura de poemas en el Real Jardín Botánico de Madrid.