El pasado día 16 de junio se presentaron los libros ganadores del XXXIII Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE, publicados por la Editorial Visor: La fragilidad y Peachtree City. Tras un largo periodo en el que la pandemia dificultó este tipo de eventos, la poesía volvió a florecer en el Hotel Westin Palace de Madrid, reuniendo a un nutrido número de amigos, colaboradores, personajes de la cultura y las artes… además de gran parte del Jurado del Premio y, por supuesto, los poetas galardonados.
“El año pasado tuvimos que cancelar el acto de entrega del premio en el ultimísimo momento”, recordó Sheila Loewe, Presidenta de la Fundación, en la presentación del acto. “Esta vez, nada podrá privarnos de celebrar juntos la poesía”, añadió. No sólo fue aquella la primera ausencia de este evento en los 32 años que tenía entonces este galardón, sino que era además la primera vez que los dos premios –también el de Creación Joven– recaían en sendas mujeres: Aurora Luque y Raquel Vázquez. Por eso ellas también estuvieron presentes en el acto de este año, leyendo sus poemas. Raquel Vázquez dio voz a “Un lugar” de su libro Aunque los mapas, y Aurora Luque a “Gavieras”, el poema que dio título a su libro, también galardonado en la XXXII edición del Premio,
Enrique Loewe, Presidente de Honor de la Fundación, celebró la continuidad del Premio LOEWE. “Una actividad que terminó de perfeccionarme como ser humano, como conocedor de un mundo tan profundo y lleno de matices y de sorpresas como es el mundo de la poesía”, añadió. Tuvo palabras de recuerdo para Francisco Brines y Caballero Bonald: “Hoy estoy emocionado de esta soledad y de lo que he aprendido de ellos, de cómo nos han ayudado a seguir durante tanto tiempo”, concluyó.
Elena Medel, ganadora del Premio LOEWE a la Creación Joven en 2013, presentó Peachtree City. “Os recomiendo leer el libro de Mario olvidando su edad. Claro que es llamativo que lo escribiera con 16 años y que él ahora tenga 17, pero me parece muy injusto reducir una escritura tan inteligente, tan generosa y brillante, a una cifra. Es un libro excepcional”, dijo en la presentación. Un libro, añadió Medel, “sobre la identidad de la poesía, sobre su valor personal y sobre la poesía como forja de quienes somos. La poesía de Mario es un salvavidas para enfrentarse al mundo”. Mario Obrero celebró que los asistentes dejaran “que la poesía se haya hecho un hueco” en sus agendas y tuvo palabras de agradecimiento para la Fundación LOEWE y para Elena Medel. Peachtree City, dijo el poeta, articula que “la poesía es ese lugar común donde existe una empatía, una identificación poética con el otro basada en la esperanza, en la solidaridad y en una conciencia profunda que va unida de la belleza y de la memoria”. En su intervención, Mario Obrero recordó que “militar la lógica poética podría ser otra de las funciones naturales de la poesía. La lógica poética no es la lógica de la realidad, la lógica cotidiana ni la lógica que está inmersa en los discursos dominantes del tedio”. Sin embargo, no cree que sea “ni menos veraz, ni menos legítima, ni menos lícita; muy por el contrario, hay momentos en los que la lógica poética está atenta a murmullos, a cosas que, con torpeza, la realidad más cotidiana no sabe apreciar”.
El dramaturgo Alberto Conejero presentó La fragilidad, de Diego Doncel, celebrando esta reunión “con ocasión de poesía”. El poemario, dijo Conejero, “es un libro alumbrado por la orfandad y por sus vísperas”. Una obra “de perfil doble”, explicó: “del padre que muere, y del huérfano, que nace. Las teselas dispersas de dos hombres desintegrados; el uno por la vida, el otro por la muerte, acaban configurando el depurado mosaico de esta obra”. Este poemario, añadió Conejero, “es un viaje después del padre, pero en dirección al padre. Es travesía y naufragio; es intemperie y cobijo”. Diego Doncel quiso destacar “esa rara intensidad de vivir” que se concentra tanto en la creación poética como en su lectura, homenajeando así a los libros cuya publicación ha facilitado el Premio LOEWE en los 32 años anteriores. “Espero que este libro que nació desde la intemperie, pero también desde la verdad, haya podido llegar a mucha gente y se hayan sentido acompañados por él”, añadió. “Creo que la función fundamental de la poesía –explicó Doncel– es la intensificación de la vida; que ese humilde puñado de palabras que ha necesitado siglos de civilización y que me parece uno de los mayores logros de la mente humana, sean capaces de hacernos vivir de nuevo determinadas experiencias. La poesía, si no emociona, incluso lingüísticamente, no es poesía”. Su libro, dijo, “expresa que la mayor dignidad del ser humano es la lucha. Este es el diario de una lucha”.
El día siguiente, casi como en una continuidad del mismo encuentro, Diego Doncel y Mario Obrero protagonizaron una lectura de poemas en el Real Jardín Botánico de Madrid, respetada por las tormentas primaverales. Mario Obrero habló de su “añoranza de las tildes y las eñes” durante su estancia en Peachtree City y Diego Doncel reflexionó sobre “la fragilidad de aquello que es importante”. Los poetas, en un jardín, consiguieron detener la actividad incesante de la ciudad para resaltar los elementos fundamentales de la creación poética.
Fotografías: Entrega del XXXIII Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE y lectura de poemas en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Cuando alguien brilla lo suficiente oculta nuestra envidia con su sombrero. Nos determinamos a acercarnos y echarnos la foto. Queremos ser eso que admiramos. Los científicos son, quizá, más necesarios, pero son héroes anónimos en nuestra sociedad. Toda vez que estamos vivos lo que de verdad nos emociona (por sentirnos ajenos a nosotros mismos, desnudos de nuestro pesado ser por un momento) son las artes y los artistas. No hay persona que no se derrumbe ante las artes, no hay niño que no ame la pintura, la música, el cuento. Nada más reconfortante que el sueño, nada más reparador que el vuelo. La realidad y la cura, no queremos verlo!
No esperen encontrar en estas líneas a Mario Obrero. Para ello vayan a sus libros, que no suelen de su autor estar llenos. Están llenos de otra cosa que tintinea mientras se aleja. Los pasos del hombre sobre la tierra no hacen ruido, suena más la voz del artista cuando se desploma.
Yo he viajado con él a la ciudad de los melocotoneros. Me he despedido junto a él de su madre agitando un laurel ese día, porque no hacía viento. Al llegar a tierra me ha recibido un poeta de granada lanzando frutos rojos al barco. Al bajar no he querido visitar a su peluquero para no hacer daño al mío, que aún me aguarda, y porque estaba bien vestido y peinado, ese día. Lo más parecido al infierno es una peluquería de señoras. Las de EEUU seguro que huelen a comida española. No he querido visitar sus centros escolares para no volver a los lugares donde algún día fui feliz. Podría comprobar que nunca jamás volveré a estar allí.
El poeta es alguien que sabe cómo, bien dicho! y cómo sabe! Para saber si alguien es poeta no debes leer su versos, debes escucharle en Youtube decir cualquier cosa que no haya preparado, que se le escape, sobre todo, debes verle inclinar la cabeza y tragar vergüenza. Debes escucharle mientras huye y anotar las palabras que has creído oír.
Mario Obrero es la Rosalía de la poesía española (no la de Castro). Es el orgullo de una nación que se construye. Es mantequilla y mermelada después de desayunos sanísimos. Es un tobogán en medio de tanto olivo. La mayoría de sus poemas no me gustan, no los entiendo, pero son suficientes sus aciertos como para amarlo en silencio. Además es de Getafe, es el antihéroe que llega a puerto. Podemos oler las flores que le dejó a Homero en su alféizar. Quizá pueda preguntarle desde mi silla qué se veía desde su ventana. Quizá pueda compararlo con las vistas que tiene un niño desde la ventana de su hospital.
Mario Obrero ha sido tímido con su sexo. Su bandera ha cantado silencio. Le agradecemos esa pureza. Queremos preguntarle: ¿Dónde viajarás de nuevo? ¿Qué regalo te hizo tu padre para no llevarlo encima todo este tiempo? Van a dar las doce, hemos de salir corriendo, qué fácil es tragar la uva sin su semilla!