Acabamos de hacer públicas las bases del XXVII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe.
Pueden descargarse en formato pdf pinchando aquí.
Acabamos de hacer públicas las bases del XXVII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe.
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Fuera de sitio
Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:
unas pocas palabras, unos seres exactos,
unas horas muy lisas, una playa (quizá)
donde el daño no acecha.
Imagina la vida como no lo es ahora,
no quiero decir como algo perfecto,
sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,
un tributo al azar sin otro destino
que el confín fugitivo de un eco sin rostro.
Y después cualquier cosa.
Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.
Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,
celebrar lentamente que aniquile mi huella,
mi escritura de hombre, mi certeza de surco,
ser la alta misión de lo que nunca concluye
como no cierra el mar su recado en la orilla.
Pero no es estar quieto la razón ni la meta,
sino un querer más pequeño, una conquista más clara:
ver la vida llegar de su noche a tu noche
en un cuerpo ajeno,
pronunciar su silencio,
abrazar su alambrada,
desear su vacío,
delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,
hasta el tiempo sin tiempo
del país que no haremos.
De Los desengaños
Antonio Lucas
Premio Loewe 2013
Visor, 2014
UN CUERVO EN LA VENTANA DE RAYMOND CARVER
para Erika
Nadie se posa en el alféizar -son veintiocho años
de espacio adolescente-,
pero qué ocurriría si el pájaro sobre el que he leído
en todos los poemas
se colara por el patio de luces y asomara
por el alféizar de mis veintiocho años,
un pájaro
mi habitación adolescente.
Y qué ocurriría si yo escribiese aún
-si me preguntan, respondo que ya no-
y un pájaro cualquiera, ninguno de los pájaros sobre
los que haya leído en todos los poemas,
un cuervo o una de las palomas negras que asoman en la oficina,
interrumpiese en la escritura
como el que se posó en la ventana de Carver.
¿Ganaría su lugar en el poema?
¿Dejaría de ser pájaro?
Alza el vuelo. Ya no hay
habitación en el alféizar.
De Chatterton
Elena Medel
Premio Loewe a la Creación Joven 2013
Visor, 2014
La gran fiesta de la Fundación Loewe gira cada año en torno a la poesía.
Artistas, escritores, periodistas, políticos y gestores se reúnen cada año en el Hotel Palace de Madrid para celebrar la entrega del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, que en esta XXVI edición ha recaído en manos de Antonio Lucas por su libro Los desengaños y Elena Medel, en Creación Joven, por su poemario Chatterton. Ambos, como de costumbre, han sido publicados por la Editorial Visor.
Aunque el ambiente de celebración es constante, año tras año, y los reencuentros que tienen lugar en los salones del Palace son siempre entrañables, nada logra restarle protagonismo a la auténtica estrella de ese momento: la poesía.
Se puede vivir sin poesía -se dijo en numerosas ocasiones durante el acto de presentación de los libros- pero sin duda, la vida estaría mucho más vacía, sería menos rica e interesante. Poetas de referencia se mezclaron el pasado miércoles con los más jóvenes -ganadores del Premio Loewe en ediciones anteriores- y ese ambiente de camaradería en el oficio y en la vida resalta el auténtico significado del acto de entrega del galardón.
Como no podía ser de otra manera, las palabras de Enrique Loewe, Presidente de Honor de la Fundación, se vieron empapadas de recuerdos a escritores fallecidos recientemente y muy vinculados a los primeros tiempos del Premio de Poesía: Octavio Paz fue, según palabras de Enrique Loewe, «el impulso y la energía» de los primeros años, fundamentales para que este galardón de las letras españolas pueda seguir disfutando de una larga y prestigiosa existencia; la poesía de Juan Luis Panero, primer ganador del Premio, propició la memoria y el reconocimiento a los galardonados en el pasado.
Además, Ana María Moix, brillante mujer de letras e impulsora de los Premis Terenci Moix en Barcelona, con los que la Fundación Loewe ha tenido un vínculo estrecho durante varios años, y el poeta Félix Grande, amigo y estimulante presencia en los actos de la Fundación Loewe, fueron recordados con cariño y agradecimiento.
Mirando al futuro con ilusión y alegría, augurando lo mejor para la Fundación -ahora en manos de su hija Sheila- Enrique Loewe disfrutó de un acto que también daba protagonismo a otras artes, y que vinculaba por primera vez cine y poesía.
La entrega de los galardones de manos de Enrique y Sheila Loewe a los poetas premiados derivó en la presentación de los libros por parte del guionista y director de cine Jonás Trueba y el actor Juan Diego Botto. Admiración y complicidad se adivinaban en las palabras de ambos, que cerraron los propios poetas leyendo sus versos ganadores. La cercanía generacional de los cuatro, poetas y cineastas, se revelaba en espíritu de colaboración, cercanía y buenos presagios.
Nuevas generaciones toman el relevo y nuevos poemas esperan su oportunidad.
Decía Octavio Paz que todas las religiones cuentan cómo, en su origen, el mundo estaba poblado de dioses, ninfas, ángeles y demonios; de pronto ese mundo se despobló y sólo quedaron fuerzas que había que utilizar y dominar. Ese mundo de dioses también se olvidó de la poesía.
Así identificaba el escritor, de forma metafórica, el maltrato al que hemos sometido a la naturaleza a lo largo del siglo XX con la ausencia de una gran poesía que lo culminara.
La voz de Octavio Paz surgió en América habiéndose impregnado tanto de la corriente surrealista como de la literatura anglosajona, y supo evolucionar y modificarse constantemente, con un ingenio casi voluptuoso. En su faceta de artista comprometido ejerció de crítico feroz con las dictaduras que crujían en América Latina, unas y otras; la edad, sin embargo, lo fue amansando y decepcionando de sus ideas revolucionarias, aunque nunca perdió su compromiso social e intelectual.
A este exquisito prosista, poeta entregado y protagonista generoso de la literatura mexicana, tanto el Premio Cervantes en 1981 como el Nobel de Literatura en 1990 le sirvieron para disfrutar el respeto y la admiración unánime que sus compañeros de profesión sentían por su trabajo.
El vínculo de Octavio Paz con la Fundación data de la segunda edición del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, cuando el mexicano llegó como Presidente del Jurado. Siempre ejerció más de jurado que de presidente, ya que su compromiso en las jornadas de deliberación y las defensas enérgicas de sus poemarios favoritos son todavía recordadas en la Fundación con agradecimiento y nostalgia. Él mismo escribió, desde entonces y hasta la VI edición del Premio, las contraportadas de los libros ganadores, que eran y siguen siendo publicados por la Editorial Visor.
Su presencia incorporó cierto protagonismo a la vertiente americana de la poesía, algo que ya desde entonces buscaba la Fundación Loewe; al dejar de participar como jurado activo en las votaciones, llegó a la casa el chileno Gonzalo Rojas. Por su delicada salud, Octavio Paz pasó a ser Presidente de Honor y mantuvo este cargo hasta su fallecimiento en 1998.
Octavio Paz sigue formando parte de nuestro Premio de Poesía; ya en 1998, fue el dedicatario de la Antología Poética de los 10 primeros libros ganadores acometida por Luis Antonio de Villena, y que se tituló La Poesía Plural (Madrid, Visor, 1998). Baste también recordar lo que Paz escribió del libro ganador en la segunda edición del Premio –Semáforos, semáforos (Madrid, Visor, 1990)- de Jaime Siles, hoy jurado habitual, brillante colaborador y amigo de la Fundación: «un libro muy personal y que provoca en mí un deslumbramiento sonriente». Así, deslumbrados ante la poesía y sonrientes hacia el futuro, celebramos el centenario del nacimiento de Octavio Paz, y aguardamos la ya cercana celebración del XXVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, de cuya edición anterior compartimos aquí los mejores momentos.