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Álvaro García, un año después

Reencontrarnos con Álvaro García un año después de que ganara el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe nos ha ofrecido la oportunidad de conocer lo que ha vivido desde entonces, cómo se enfrentaba y se enfrenta a la poesía, qué distancia marca hoy con Canción en blanco, el libro ganador, y también con el poeta que era entonces. Si ganar un premio como el Loewe es importante, imaginábamos que esto dejaría huellas, como así ha sido. Nos cuenta García que “siempre escribir es un trabajo, pero en poesía a veces tienes que olvidarte de todo lo que sabes y ejercerlo de forma casi pasiva; por eso el título de mi libro, entonces, venía a completar una permeabilidad absoluta y una suspensión del pensamiento racional y analítico, dejando que entrara en el poema todo lo que tenía que entrar”.

El Premio Loewe de Poesía, insiste, “se completó, en mi caso, con algo que lleváis haciendo desde hace 25 años: devolver a la poesía el centro de su esencia, incluyendo la máxima potencia del lenguaje en la que se conjuga el amor”. No es la primera vez que en esta conversación equiparará Álvaro García la poesía y el amor: “Ambos son potenciaciones de todas las posibilidades de decir y de callar”. No sin cierta ironía, y con bastante humor, cuenta el poeta malagueño que el tabernero que vive frente a su casa y que le conoce “desde hace treinta años”, todavía le preguntó, el día antes de concedérsele el Premio, y con cierta chulería: “¿Pero dónde dice que eres poeta?”. Sucede, según García, porque “la poesía es una actividad que precisamente por ser ‘no práctica’, rompe ese lenguaje y siempre levanta sospechas; el mundo está construido en lo práctico. El tabernero vive en lo práctico, a pesar de que -afirma con gracia- el vino también es una forma de suspender la velocidad de lo empírico”. Pero al día siguiente del Premio le llamó para felicitarle y le dijo: “Hombre, para una vez que haces algo bien…”.

En el Premio Loewe encuentra Álvaro García “una gran nobleza, limpieza de intención y de procedimiento. La poesía es mucho más que palabras, y es sobre todo una actitud poética ante la vida; es darse cuenta de que no todo puede ser entendido”. Refiriéndose a los miembros del jurado, afirma: “Son personas de una cierta edad y han vivido de esta forma, así que acercarse a esa especie de manadero de la ruptura de la ansiedad analítica, es dar con un lugar al que uno llega como a una isla”. El poeta, que confiesa que no había ganado premios desde los 23 años -en 1989- ya no se encontraba “en ese punto de ganar un premio, pero sentí que ese podía ser el libro, y lo fue”. También cree que el Premio Loewe llega, “de una manera casi mágica, a unos lectores que no lo son necesariamente de poesía; creo que tiene que ver con el espíritu de la Fundación Loewe. Lo hacéis con la danza, con la música… con todo”. La crítica de Canción en blanco fue, según el poeta “hiperbólica, y eso ha sido sinceramente una sorpresa porque es un poema muy largo, algo que no se comprende en una lectura” y además, le parece “que ha tocado el nervio de mucha gente que lo ha comentado en sitios nada oficialmente poéticos, como blogs, etc. Han escrito que es un poema ‘adictivo’, que nos ‘reconcilia con el instinto animal’ y cosas así”.

“La poesía -continúa García- es como el amor, como la cocina… como las cosas que nos importan: es todo o nada”. Y para explicar su manera de acercarse a ella, añade: “Como les pasa a los niños, si ves que tienes que abrir el juguete para ver el mecanismo, es que necesitas ver de qué está hecho, en vez de jugar”. Así se ha enfrentado al Premio Loewe de este año, en su calidad de jurado: “He leído treinta libros aproximadamente en los que he querido ver el mecanismo y me he puesto a analizar, dejando de lado la función que tiene la poesía, que es descansar del pensamiento analítico. Yo, en la poesía, quiero jugar directamente y dejarme llevar. Pero el libro ganador es uno de aquellos en los que sí me he dejado llevar; es un libro en el que hay lo esencial, que es el temblor. No hay ese afán de contar realidades, sino más de bien de cantar como quien danza con las palabras.” Piqueras, el poeta ganador –nos dice Álvaro García- “con Atenas busca Grecia en Grecia al igual que Quevedo y Du Bellay buscaron a Roma en Roma, sin caer en la arqueología”. Y hablando de factores en común entre ambos: “Nuestra generación, después de tanto estudiar y tanta preparación, no tenemos casi ninguno un sitio de vida práctica y concreta. Y quizás por eso creo que somos una buena generación de poetas, porque estamos muy adiestrados a la inutilidad y a la ruptura de lo práctico, a no saber muy bien a qué atenernos. Nos terminamos de criar en los años ochenta, cuando ya había una gran apertura a todos los lenguajes y al juego de la cultura… y no nos hemos dado mucha importancia a nosotros mismos”. Por este motivo, afirma García que el Premio Loewe le dio a él “algo tan importante como ‘algo’, porque yo no tengo nada en absoluto, quizás sea el más descolgado de todos” [esto lo dice tras quince libros publicados, entre poesía, traducción y ensayo, éste último resultado de su tesis doctoral, y tras haber haber tenido columna diaria en prensa durante veinte años]. Añade, además, que “el Premio Loewe está dando a conocer a nuestra generación”.

No obstante, el poeta malagueño sigue considerando que surge “una situación incómoda cuando dices que eres poeta; en todo caso digo que soy escritor”, bromea; sin embargo, el Premio también le ha ayudado a “inventarse un nuevo trabajo”: está impartiendo unos talleres autofinanciados de escritura creativa en Marbella a los que se han inscrito más de 40 alumnos, en parte -afirma García- gracias a nuevas puertas que este año se han ido abriendo. “Los alumnos acaban el curso y se vuelven a matricular porque se dan cuenta de que se puede mejorar la vida con la poesía y romper un poco la ansiedad de tener que entender todo; lo primero que hacemos es desintelectualizarnos; es lo que intenté hacer con Canción en blanco. Salen muy felices y sonrientes porque pensaban que la poesía era una cosa muy complicada; ahora se han dado cuenta de que, como en el Arcipreste de Hita, San Juan de la Cruz o Jorge Manrique, lo que hay que hacer es algo sencillo de forma y todo lo complejo de fondo que uno quiera.”

Cuando le llegó el Premio, el año pasado, el poeta llevaba “mucho tiempo en soledad, escribiendo en Málaga, sin saber si eso servía, construyendo poemas largos en los que me hacía una ilusión de duración, por miedo a que se me acabara la poesía”. Un galardón así, asegura, “significa un momento magnífico para reconciliarse con tu propia dedicación; Piqueras comprobará día a día cómo le reconforta, que hay personas sensibles alrededor, un editor magnífico y una estupenda distribución. También el Premio está muy bien dotado económicamente y con un estatus muy consolidado, así que le va a reconciliar con su trabajo”.

Por todo lo que cuenta, y “por todo el equipo que hace el Premio, este ha sido -dice- el año más feliz de mi vida”.

Fotografías: Álvaro García en Loewe Gran Vía durante el acto de anuncio del Premio © Uxío da Vila, 2011, y en la ceremonia de entrega © Joana Moya y Uxío da Vila, 2012.

Cascanueces al llegar la Navidad

El Cascanueces, en cualquiera de sus versiones coreográficas, es un ballet que, cuando se acerca la Navidad, ocupa los escenarios de la mayoría de los principales teatros. El Gran Teatre del Liceu de Barcelona, dentro de esta tradición, ofrece desde hoy jueves hasta el próximo domingo 25 de noviembre una puesta en escena del ballet de Tchaikovsky que mantiene los cánones más habituales  de esta pieza, con coreografía de Youri Vámos.

Este coreógrafo húngaro ha desarrollado una importante carrera en Europa que se caracteriza por las revisiones que ha hecho de los ballets tradicionales; Vámos ha dirigido los Ballets de las óperas de Dortmund, Bonn, Basilea… y el Ballet am Rhein Düsseldorf Duisburg ha sido un espejo de su trabajo durante más de una década. Las revisiones que hace Youri Vámos de los ballets de repertorio clásico ofrecen, no obstante, un ángulo ligeramente diferente de las versiones originales, lo que le ha colocado en un lugar singular en el panorama artístico de los países de la Europa alemanoparlante. Musicalidad, sentido dramático y creatividad coreográfica son algunas de las cualidades que más ha destacado la crítica en estos países de su obra.

La versión de El Cascanueces que el Ballet de la Ópera de Praga ofrecerá en Barcelona tiene, de la mano de Youri Vámos, en efecto, una nueva lectura; en esta ocasión es El cuento de Navidad de Charles Dickens -con el Señor Scrooge como protagonista- el que ha desplazado, aunque no totalmente, la historia de E.T.A Hoffmann que inspiró a a Ivanov en la coreografía original de este ballet. Para estas actuaciones, será la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu, dirigida por Sergej Poluektov, la que interpretará la obra de Tchaikovsky.

Con escenografía y vestuario de Michael Scott, puesta en escena de Uwe Schröter y Joyce Cuoco -una de las grandes musas de Vámos- y la participación de los alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Oriol Martorell, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona ofrece, con el patrocinio de la Fundación Loewe, una obra de ambiente navideño que, desde su estreno en 1892, ha tendo enorme aceptación por todo tipo de públicos en todo el mundo.

Más información en el teléfono 902 53 33 53 en www.liceubarcelona.cat y en las taquillas del teatro.

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Fotografías: El Cascanueces © Pavel Hejnï facilitadas por el Gran Teatre del Liceu.
21 – 11 – 2012

El XXV Premio de Poesía

Cuando termina la semana más poética del año para la Fundación Loewe, hay un nombre que brilla por encima de los demás: Juan Vicente Piqueras. El poeta valenciano ha visto su libro Atenas premiado por un jurado que, como destacó Álvaro García, nuestro ganador el año pasado, “es una antología de la mejor poesía española”.

Víctor García de la Concha como Presidente del Jurado, Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Pablo García Baena, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y el ya citado Álvaro García, ejercieron de jueces y anfitriones en una presentación a la prensa que tuvo lugar la tienda Loewe de Gran Vía el pasado martes, con el Presidente de la Fundación, Enrique Loewe.

Los poetas rodearon a Piqueras que, por puro azar se encontraba en Madrid y que pudo ser localizado por la Fundación Loewe sólo unos minutos antes de que la noticia de su premio se hiciera pública; así, su presencia ante los medios fue generosamente improvisada. Piqueras (Los Duques de Requena, 1960), actual Jefe de Estudios en el Instituto Cervantes de Argel, compartió anécdotas de su vida actual, definiendo Argel como “una ciudad difícil pero conmovedora” que en ciertos aspectos le devolvía a formas de vida y relación de su pueblo natal; algo que no le resultaba ni incómodo ni, en cierto modo, extraño: “los novelistas –reflexionó con cierta ironía- son de ciudad y los poetas somos de pueblo”. Álvaro García, que presentó el libro ganador, definió Atenas como “una vuelta al Romanticismo, sin que sea una caja de ayes; no hay quejas”. El libro, que refleja la ciudad en la que residió el autor y de la que se despide con sus poemas, llevó a García a enmarcarlo dentro de las características de su propia generación, que parece “en constante despedida, en vilo…”. Con un lenguaje “nada críptico o anómalo, sino un lenguaje de todos, llevado a sus máximas consecuencias… incluso seco, a veces”, el autor, según el anterior ganador del Premio, rompe “con el sentimentalismo, con el simbolismo” de la generación precedente, en una obra que “no hace ruido, hace música”.

La lectura de los poemas “Súplica” y “Museo de la Acrópolis” por parte de Juan Vicente Piqueras, puso punto y seguido a un acto que tuvo continuidad tres días después en el Festival Eñe. El Círculo de Bellas Artes de Madrid acogió una lectura poética en la que Piqueras estremeció a los asistentes con sus versos, que en voz del autor cobraron una dimensión extrema, y a los que sus compañeros de mesa -Enrique Loewe, Luis Antonio de Villena, el actor Juan Margallo y Jaime Siles- sólo pudieron rendirse. Fue precisamente Siles quien, al término de su intervención, definió el libro ganador como “uno de los mejores de su generación”.

El XXV Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe coincide con el 25 Aniversario de la Fundación Loewe, cuyo Presidente anunció estos días su próxima jubilación; será su hija Sheila Loewe quien quede al frente de la Fundación. Coincidiendo con la próxima ceremonia de entrega del Premio, en marzo, se reunirá a los ganadores de las ediciones anteriores, para conmemorar una fecha tan significativa como jubilosa para la poesía española.

Museo de la Acrópolis

Una mano de mármol, pero sólo los dedos,
sobre un hombro de mármol sin cabeza.

Un brazo erosionado que nadie tiende a nadie.

Un caballo sin patas.
Un jinete que es sólo sus muslos.

Dionisio a pedazos, recompuesto.

Un toro sin cuernos que está siendo devorado
por un león que no está,
sólo sus garras.

Admiramos lo desaparecido.
Tal vez nuestra cultura nace de estas ausencias,
de lo vacío, de lo que no hay.

También nosotros somos lo que queda
de nosotros,
lo que nos falta, el hueco que nos cuida.

Fotografías: Juan Vicente Piqueras agradeciendo el premio junto a los miembros del jurado y al Presidente de la Fundación Loewe © Uxío da Vila, 2012. “Museo de la Acrópolis”, poema del libro premiado © Juan Vicente Piqueras, 2012.
17 – 11 – 2012

Cronotados

De entre todas las fotografías de Pablo Genovés que se van a exponer en la tienda Loewe de Gran Vía, no es casualidad que la elegida para ilustrar la invitación a su jornada inaugural haya sido aquella en la que aparece la maravillosa sala principal del parisino Palais Garnier… sepultada por las olas. Si hay un lugar que simbolice el esplendor de la cultura occidental -en este caso, condensada en la imagen de un teatro como lugar de recopilación de las artes plásticas y escénicas- es este grandioso edificio construido por Charles Garnier e inaugurado en París en 1875. ¿Quién no ha soñado alguna vez con pisarlo, o con ocupar uno de sus palcos?

El fotógrafo madrileño Pablo Genovés consigue, a través de collages que mezclan imágenes de lugares emblemáticos con otras de destrucción, una combinación que resulta tan estremecedora como fantástica y espeluznante. Este artista, que reside habitualmente entre Madrid y Berlín, y cuyo trabajo está presente en las principales galerías del mundo, ha bautizado a este proyecto Cronotados -título de la exposición- en una referencia a la futilidad de nuestra civilización frente al paso del tiempo. Los lugares retratados, para luego ser juguetes de destrucción, evocan también a nuestro ideal de lujo y esplendor.

La exposición, que se podrá visitar desde el próximo 15 de noviembre en Madrid, viajará posteriormente a la Galería Loewe, en Barcelona, donde volveremos a enfrentarnos a estas diez elocuentes obras de Genovés, que nos llevan a cuestionarnos pasado, presente y futuro. Mientras las disfrutamos, juguemos a reconocer los lugares fotografiados, a repasar nuestros recuerdos y referencias de cada estancia; reflexionemos sobre lujo y belleza, y quizás recapacitemos sobre la presunta invulnerabilidad de nuestro mundo. Ese pensamiento irónico marca el camino por el que nos quiere llevar Pablo Genovés.

Fotografías de la exposición Cronotados: Gran Sol, Final en el Sur y Mar Tendida © Pablo Genovés.

* Cronotados. Madrid, tienda Loewe en Gran Vía 8, del 15 de noviembre de 2012 al 8 de enero de 2013. Barcelona, Galería Loewe en Paseo de Gracia 91, del 10 de enero al 15 de marzo de 2013.

La Utopía de María Pagés

“Se lo conté a Enrique un día, una buena mañana… y fue tan rápido en su respuesta que me sorprendió. No lo dudó. Y tanto me sorprendió su apoyo que se lo agradezco doblemente.” Con estas palabras abría la coreógrafa y bailaora María Pagés la presentación de su libro Utopía del buen lugar, construído a partir de la creación de su espectáculo del mismo nombre, y cuya pubicación ha sido patrocinada por la Fundación Loewe.

En uno de los salones del madrileño Teatro Español, donde esa misma tarde se representaría su coreografía, un encuentro ante la prensa con María Pagés y Enrique Loewe sirvió para formalizar la salida a la luz del libro y explicar el porqué de su incursión en el mundo literario y el acercamiento entre la bailaora y la firma española. “Enrique apoya a la danza; hay pocas personas del mundo empresarial en España a las que veo con tanta decisión y tanta naturalidad apoyar a la danza” afirmó la bailaora. El presidente de la Fundación nos habló de su acercamiento tardío al mundo de la danza y de que no cree que “la Fundación Loewe tenga un mérito especial”: simplemente “miramos a nuestro alrededor y al mirar vemos que este es un mundo en el que conviene pararse un poco y reflexionar, y si se puede, ayudar”. Por una parte está el patrocinio de los espectáculos de danza del Teatro Real de Madrid y del Teatre del Liceu de Barcelona, “pero queríamos que esto, y lo intentamos, derivara hacia una labor más práctica, más formativa, más educativa… que tenga más consecuencias aparte del patrocinio”, y se refirió a continuación a su interés en “buscar vertientes que abran posibilidades a jóvenes creadores ante la dificultad de dar los primeros pasos de una forma menos compleja, y por eso estamos aquí.”

Pero además, según explicó, hay una razón añadida para su acercamiento a María Pagés: “Con esta artista, amiga, podría decir, tuve una comida hace cuatro o cinco años, como algo forzado… pero nos entendimos inmediatamente y yo comprendí que ella podría ser benéfica en la traducción de una imagen de España fuera de nuestro país. Nosotros tenemos una actividad muy importante en Oriente en general, en Japón y China en particular, y así iniciamos esta especie de noviazgo fundacional aprovechando la gira que María Pagés hacía por estos lugares: acercando después de las sesiones de ballet a nuestros clientes o a la gente que habíamos invitado, que no necesariamente eran clientes, a hablar con ella, y averiguar qué es esto, y qué es el flamenco…”.

Acerca del libro, Pagés explicó que “después de hacer una creación coreográfica, que como sabéis es un proceso bastante complejo, sentí la necesidad de verbalizarlo todo, de escribirlo. Y de ahí nació. Creo que es necesario, además de contar ideas, ponerlas en palabras; necesario para el creador y para el lector”. Utopía está confeccionado a modo de entrevista con Elvira Giménez y Ángela de la Torre, porque “ellas están desde el principio de la creación y pensé que eran las personas más idóneas para tener esta conversación que ha durado meses. Creo que las respuestas casi las tenían ya ellas, por todo lo que han vivido a lo largo de ese proceso”. En una conversación aparte, la bailaora nos explicó que además, el impulsor y verdadero artífice del libro ha sido El Arbi El Harti, cómo sin su constante apoyo e insistencia el libro no habría salido a la luz, y que él es el autor de la mayor parte del texto. En su encuentro con la prensa, también contó María Pagés que su vida “está llena de libretas en las que voy anotando, y aunque las voy eligiendo según el día, hay una que es en la que van las ideas principales”. Para explicarnos la estructura cambiante del libro, Pagés se refirió a la ilustración que aparece en la página 28:  “Es el primer boceto de la escenografía. Es curioso porque era un trabajo complicado… ¿cómo se va a hacer la escenografía de un espectáculo inspirado en un arquitecto? La primero que uno se puede imaginar es que el propio artista va a intervenir; segundo, que va a tener mucho que ver con la arquitectura, y tercero, que va a tener voluminosidad.” Sin embargo, explicaba ella, “el ejercicio para el diseño de la escenografía fue todo lo contrario; fue deconstruir todos aquellos volúmenes, llegar a la esencia.” Y añadió que fue precisamente esa ilustración que nos mostraba “la que me abrió la luz; menos mal que estos dibujos están ahí, porque si no habría sido muy complicado hacer la escenografía de Utopía“. Como curiosidad, nos dijo que “fue por la noche”, aclarando que “cuando llega el proceso creativo yo casi ni duermo; cierro los ojos e intento dormir, pero no paro de pensar, es como un estado latente de  trabajo… y una de las noches me desperté y dije, ‘se me ha ocurrido. Es eso’. Y salieron esos dibujos.” A partir de ahí, contó, “me puse enseguida, por la mañana, a llamar a quien trabaja habitualmente conmigo, Eduardo Moreno, el que realiza las escenografías, el que las pone en realidad a partir de esas ideas. Salió una escenografía que representa las ideas de Utopía, porque tiene una realidad muy directa con el trabajo de Oscar Niemeyer, y me ayudaba a crear los espacios que quería para este trabajo.”

El libro está lleno de “frases y epígrafes que son como mis mandamientos; porque de vez en cuando oigo algo y ya lo estoy apuntando… y de pronto, de una frase surge una idea. Empiezo con Antonio Gades porque ha sido la persona que más ha podido influir en mi vida, en mi carrera, en mi modo de entender el flamenco, de admirarlo, de quererlo…”. El interés de María Pagés era, insistió, transmitir la complejidad del proceso creativo y coreográfico y la importancia de que “todo el mundo que trabaja contigo crea en lo que tú crees”, y que el libro pudiera leerse “en el tiempo que dura el espectáculo, en una hora y doce minutos”, para proporcionar así una relectura del montaje, desvelando sus secretos. “Creo -añade la coreógrafa- que había que empezar poco a poco con la idea de poder verbalizar y dejar por escrito lo que es efímero. A partir de ahora lo haremos de todos mis trabajos, e incluso empezaremos antes.”

Utopía del buen lugar estará a la venta -al precio de 10€- coincidiendo con las representaciones del espectáculo, y va a traducirse al inglés y al japonés para abarcar los mercados donde la artista tiene más presencia. Enrique Loewe, que había empezado su discurso releyendo las palabras de Gades a las que había hecho referencia la coreógrafa, explicó cómo “a través de lo mecánico se puede producir, de verdad, una utopía”. María Pagés, con el sentido práctico que concede el oficio, cerró el encuentro con un certero “ahora, a leer el libro, y ya está”.


Imágenes: Fotografía de la portada de Utopía del buen lugar © Elna Matamoros, 2012. Ilustraciones de la publicación: fotografía de María Pagés © David Ruano, 2011 (p.35) y diseños de escenografía (p.28) y coreografía (p.22, detalle) © María Pagés, 2011.

 

02 – 11 – 2012